18 de diciembre de 2008

“El Jardín devastado”-(Columna "El Guardián del diván"-Diario “El Columnista” de Puebla- 17/12/08)

Hace unos meses Jorge Volpi retornaba a escribir sus colaboraciones en la página de internet el Boomeran(g) del grupo Prisa, del cual forman parte el diario El País y la editorial Santillana (una de sus ramas es Alfaguara). La primera vez que Volpi escribía en éste espacio, mantenía un blog al estilo diario, los temas eran diversos. Ahora, el motivo tenía como fin escribir, cito al mismo Volpi: “Escribir de nuevo. No otra novela -cualquier novela- sino una bitácora, una combinación de memoria, ficción, aforismos. Una aventura que sea, también, una negación. Un ejercicio de escritura, una forma de aprender a escribir de nuevo a un año de haber concluido la trilogía (...). No pretendo un nuevo inicio: el lugar común me desquicia. Necesito, eso sí, cierta distancia. Medirme. Luchar contra mí mismo. Entrever qué ha quedado de mí después de este proceso o al menos imaginar qué puedo escribir a partir de ahora”; las entradas del blog después se convirtieron en la novela denominada “El Jardín devastado”.
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Este ejercicio que Volpi se propuse se me antoja como una mezcla entre el siglo XIX: las novelas por entregas, a través de suplementos culturales y el XXI: leer la obra antes de poder verla impresa, acción que se propicia con la existencia de los blogs.
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Aquí Volpi va entregado lo que será su novela y hace al lector parte del proceso, pues también se fue enterado de las lucubraciones que dicho proyecto le fue provocando. Al leer “El jardín devastado” uno se hallará ante esa mezcla, bien lograda, que Volpi se planteó como meta al inicio del proyecto, hacer una bitácora, una combinación de memoria, ficción, aforismos, que en su conjunto conforma una novela. Por su estructura se lee de manera rápida, sin perder la calidad. Volpi vuelve a plasmar su estilo: una prosa-poética sumamente rítmica, suave, ágil y fulminante. No hay parte a lo largo de la obra que ataque al lector con una “verdad” intensa y avasalladora. Cada novela de Volpi es una abrumadora frase de largo aliento. En esta novela Jorge vierte todas las experiencias -producto- de los viajes que ha realizado a lo largo de su vida, y que según él, lo llevaron a hablar sobre su regreso a México, del cual ya transcurrió justo un año de que volvió a su patria, nuestra también (¿de hienas y fantasmas?), y como era de esperarse, el viaje le devolvió, más bien, al pasado.
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Tres personajes son los principales: Ana, Laila y el Narrador, sobre los que descansa la argumentación de la obra. Carlos Alatriste en su blog (carlosalatriste.blogspot.com) nos regala reflexiones que constituyen a la novela: en Laila/Oriente/ Islamismo. Búsqueda y aproximación/Movimiento hacia el otro. Mito y fatalidad. En Ana/Occidente/Cristianismo. Huída y distanciamiento/Movimiento desde el otro. Racionalidad y desencanto. Y en el Narrador/Centro/Ateísmo. Regreso e inmovilidad/Desinterés por el otro. Irracionalidad y odio.
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En el blog, Volpi hace notar su preocupación por no superar su trilogía, pero aseguro que Volpi no deberá preocuparse por su escritura, en cada libro publicado se va superando.
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El diván festivo

Las vacaciones ya están encima. Les deseo que pasen estas fiestas decembrinas con sus seres queridos y encuentren por un momento la paz, que la economía mundial y nuestros dirigentes locales están lejos de otorgarnos. Nos vemos en enero.

10 de diciembre de 2008

"La Frontera más distante"-(Columna "El Guardián del diván"-Diario “El Columnista” de Puebla- 10/12/08)

Existen en México pocos novelistas que a lo largo de su obra, más allá de mantener una línea temática, mantengan y ofrezcan al lector, en cada una de sus narraciones, una propuesta estética. Realmente eso es lo que debe de importar, más allá de una temática totalizadora. Sergio Pitol, Mario Bellatin, David Toscana y la generación del Crack así como la del Boom, pueden ser un ejemplo de ello. Entre esta gama de novelistas se encuentra, sin lugar a dudas, Cristina Rivera Garza.
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“La Frontera más distante” (Tusquets, 2008), no puede entenderse sin “La muerte me da” (Tusquets, 2007), donde la autora -usando el thriller como arma discursiva para contar una historia llena de asesinatos y en cada uno de ellos un poema de Alejandra Pizarnik- hace gala de una estructura completamente postmodernista; la Detective, uno de los dos personajes principales, vuelve a aparecer en los cuentos: “Simple placer. Puro placer”, “Estar a mano”, “El perfil de él” y “El último signo”; que juntos quizá podrían conformar una noveleta o acaso ser la continuación de la novela en la que naciera la Detective. En “La muerte me da” los asesinatos tenían ver con castraciones, mientras que en “La Frontera más distante” existe un personaje que pierde la cabeza y otro que extravía la mano, ambos de forma extraña. Y nuevamente, como en dicha novela, la autora se preocupa por explorar el reconocimiento del yo en cada uno de sus cuentos.
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El lector que se enfrente a este libro se topará con cuentos, que van de la ciencia ficción, al ensayo, pasando por la narrativa policial y erótica, escritos con una prosa excelente, poética. Cuentos que por la construcción de sus oraciones, cortas en su mayoría, plasmarán la imagen que la autora desea crear en la mente del lector y donde son escasos los personajes con nombres como: Juan, Pedro, etc. La invitación que hace la narradora, creo, es la de otorgarle al lector la función de nombrar a cada personaje, ya sea por reflejo o porque en alguno de ellos encuentra retratado a algún conocido.
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“La Frontera más distante”, está compuesta por “El rehén”, “Autoetnografía con otro”, “La ciudad de los hombres”, “El gesto de alguien que está en otra parte”, “La mujer de los Cárpatos”, “Fuera de lugar” y “Raro es el pájaro que puede atravesar el río Pripiat”, además de los cuentos nombrados con antelación.
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Un libro que difícilmente se le caerá al lector de las manos.
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Anuncios del diván
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La “Revista de la Universidad de México” en su número 58 correspondiente al mes de diciembre, hace entrega de un especial dedicado a Carlos Fuentes. Participan escritores como Jorge Volpi, Ignacio Padilla, Pedro Ángel Palou, José Ramón Ruisánchez, Ignacio Solares, Rosa Beltrán, Elena Poniatowska, entre otros. Vale la pena adquirir el ejemplar.

3 de diciembre de 2008

"Del fin de año"-(Columna "El Guardián del diván"-Diario “El Columnista” de Puebla- 03/12/08)

Diciembre ya empezó y literalmente la navidad está encima de nosotros. Al caminar uno se puede dar cuenta de la propagación de adornos y comerciales alusivos en la radio, en la tele, en los centros comerciales y en algunas casas. Lejos quedaron aquellos años en los cuales la festividad con la que se cierra el año se respiraba pasando el día de la Virgen de Guadalupe, casi símbolo patrio de este país.
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Juan Gerardo Sampedro ha llegado a comentar en sus clases de la Facultad que cuando ve las luces de las fiestas patrias se deprime porque de ahí a fin de año no queda prácticamente nada. En parte tiene razón, a partir de las fiestas patrias, vienen los días de muertos y el año entra en su ocaso.
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A diferencia de Sampedro, a mi me deprimen los anuncios del Teletón, las ciudades de México se inundan del logotipo oficial en cualquier centro comercial o del negocio perteneciente a alguna de las firmas patrocinadoras de dicho evento. Su fin es invitarnos a cooperar para ayudar los mexicanos de capacidad diferenciada. Siempre que veo próxima la llegada del Teletón, sé que el año estará a punto de irse al demonio, pero de la manera más deplorable.
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Una sarta de mexicanos desprendiendo dinero de su escasa bolsa para unirse a una “causa justa” promovida por el Zar de la televisión mexicana: Televisa. Causa que es publicitada de una manera lastimera y humillante: comercializando con las personas de capacidad diferenciada, los ponen a cantar un rapcito estúpido.
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Y no digo que no ayuden estas empresas, si lo hacen, pero para evitar el pago de impuestos. ¡Vaya manera! Luego el gobierno se anda rasgando las vestiduras porque no hay de dónde tomar y le cargan la mano al mexicano que a duras penas tienen para salir justo en las cuentas.
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Mejores reconocimientos se han hecho a los de capacidad diferenciada. Alex Lora es un claro ejemplo, no sólo compuso una canción para ellos, donde los dignifica, regala sillas especiales con lo que entra en las taquillas de cada concierto. Inclusive, ellos mismos, los publicitados por Televisa van y traen más medallas que los de “capacidad completa”.
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Quizá el teletón debería buscar ayudar a los “deportistas de alto rendimiento” para ver si así pueden competir a alto nivel por una medalla.
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Por lo pronto, propongo un teletón a favor de la lectura y la creación de lectores. Creo que muchos soportaríamos cantar algo ridículo con tal de recibir libros para incrementar nuestra biblioteca y nuestro conocimiento.
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Como ya se va acabar el año y no quiero ser mal educado, de una vez les mando a todos su abrazo de navidad y espero me pidan un libro para mi biblioteca, prometo agradecer públicamente el patrocinio.
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Nos seguimos leyendo la semana que viene.