25 de marzo de 2009

"Casi nunca"-(Columna "El Guardián del diván"-Diario “El Columnista” de Puebla- 25/03/09)

“Casi nunca” de Daniel Sada, galardonada con el Premio Herralde de Novela, es una novela por demás entretenida. Narra los periplos amorosos de un agrónomo coahuilense que trabaja en Oaxaca: Demetrio Sordo, que en las primeras escenas se deja ver como un individuo que disfruta del sexo sin compromiso. Visitante frecuentemente algún burdel de Oaxaca donde conocerá a Mireya, con la cual poco a poco, o después de muchos “meter, sacar; meter, sacar” e inclusive pasando por encima de un aumento constante en la renta de Mireya por parte de la madrota, se irá enamorando irremediablemente. Pero al mismo tiempo que Demetrio juega al asunto de “meter, sacar” con Mireya tiene que emprender un viaje a Coahuila para ver a su madre: Telma, para asistir a una boda en Sacramento, poblado donde vive Zulema, prima de Demetrio, quien tiene intenciones de presentarle a alguna jovencita con la cual se pueda entender y así buscar un casamiento. Aquí es donde hace acto de aparición Renata, con la que aceptará sin más ni menos comenzar un compromiso amoroso. Aquí es donde empieza el verdadero periplo amoroso de Demetrio, un cuasi triángulo amoroso, más bien sexoso. Por un lado Mireya lo sigue recibiendo con las piernas bien abiertas, pero planeando ya huir algún día muy próximo del burdel para refugiarse en los brazos del protagonista principal de la novela. Mientras que del otro lado está Renata una mujer decente, de buenas costumbres que ha prometido esperar a Demetrio el tiempo que sea necesario para unirse en matrimonio y sólo en ese entonces poder darle vuelo a la hilacha y jugar a “meter, sacar; meter sacar” con él y en vía de mientras deberá conformarse con tan sólo tomarle la mano cuando nadie los vea. Es preciso aclarar que la situación con Renata es terrorífica, pues ella vive en Sacramento y Demetrio sigue en Oaxaca trabajando y de vez en cuando le dan una semana de vacaciones, las cuales utilizará para ir a verla, pero se hace 3 días de viaje, razón por la cual sólo puede disfrutar de un día para lograr tomarle la mano a Renata. Pasado el tiempo, el sexo con Mireya empieza a ser incomodo, pues ya tiene brisas de incluir un compromiso: el de huir del burdel para refugiarse en alguna casa decente en brazos de su amado Demetrio a quien le agenciará un hijo. Huyen juntos con todos los ahorros de Demetrio, pero en alguna parte del camino, éste huye. Regresa a Sacramento donde trabajará hasta hartarse de atender unos ranchos y desesperarse de no poder formalizar un casamiento con Renata. A Demetrio le urge jugar al “meter, sacar; meter, sacar”. Hasta que un día, harto de nada de nada, se anima a darle un beso en la mano a Renata con riesgo de perderla.
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Pocos escritores como Daniel Sada pueden presumir de tener un estilo perfectamente definido. Siempre recurriendo a una voz que nos cuenta todo, casi de forma imperativa, nos va diciendo cómo pasan las cosas y al mismo tiempo le agrega un humor, a veces, sarcástico. Estructuras complicadas debido a su puntuación. Sada lleva a sus lectores por donde quiere y como quiere a través de un narrador que no teme jugar con el lenguaje y va alternando el que podrían usar los personajes y el que él irá ocupando a su gusto.
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Una novela que divertirá a cualquiera.

19 de marzo de 2009

"Juan Eduardo Cirlot: su poesía y su grandeza"-(Columna "El Guardián del diván"-Diario “El Columnista” de Puebla- 18/03/09)

A Carmen, por su amor y paciencia.
A Pedro Ángel Palou, por Bronwyn.

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Pocos poetas como Juan Eduardo Cirlot (1916-1973) se dan en el ámbito de la poesía. Mejor dicho, casi ninguno como Cirlot se ha dado. En México se le conoce, quizá, como el autor del “Diccionario de símbolos” (Siruela). Pero pocos hablan de Cirlot como poeta, crítico de arte o músico.
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Intentaré hacer un bosquejo del poeta, a propósito de la reciente edición que Siruela entrega a los seguidores de Cirlot: “Del no mundo”, que abarca la obra poética de Juan Eduardo de 1961 a 1973, exceptuando “Bronwyn” (Siruela), la gran obra poética de Cirlot concebida bajo el augurio del movimiento surrealista, donde el lector que se acerque al ciclo de Bronwyn –personaje que interpreta Rosemary Forsyth en la película “El señor de la guerra” de Franklin Schaffner-, podrá ver cómo Cirlot experimenta con la sonoridad de las letras que conforman el nombre del personaje femenino, cómo crea imágenes poéticas con tan pocas palabras, la brevedad en todo su esplendor. Y desde luego podrá ver la magnificencia poética-amorosa convertida en palabras. Un amor, el de Cirlot a Bronwyn, que se puede tocar, pero que jamás se puede concebir de otra forma que no sea a través de la poesía, pues la dama no le pertenece.
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“En la llama”, (Siruela), antologa aquellos poemas que fueron publicados de 1943-1959, en tiradas cortas y fuera del ámbito comercial de aquella época. Donde la experimentación y toque cirlotiano -como señala la contraportada-, siempre estará alejado de postulados garcilasistas, de la poesía social, pero le acompañara la vanguardia europea que quedó cercenada en España gracias a la guerra civil. En esta etapa poética Cirlot deja ver cómo sus conocimientos sobre simbolismo, música, arte y su acercamiento al surrealismo se han consumado en cada uno de los poemas que escribió en estos años.
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“Del no mundo” contiene una poesía más experimental, más atrevida. Cirlot se atreve a romper las estructuras sintácticas para buscar que las palabras signifiquen otra cosa. Aquí uno se puede topar con un poeta que se preocupa por la existencia, la totalidad, la nada y la muerte. El ritmo y la rima, excesivamente musical siguen apareciendo en estos poemas, así como su juego con las letras de algún nombre, con el fin del que sonido también tenga otro sentido. Como parte de esa preocupación por la existencia, aparecen una serie de aforismos donde el poeta busca responder cuál es el fin de existir en este mundo lleno de deseos que al mismo tiempo son muestra de carencias. Cirlot fue un poeta que, como señala Luis Antonio de Villena en una reseña que hace para “El cultural.es”: “perteneció cronológicamente a la llamada “Primera generación de postguerra” -la de Hierro, Otero, la de García Baena- pero nada tenía que ver con aquellas actitudes plurales, sino era desde su cercanía juvenil al mundo del postismo y a Carlos Edmundo de Ory que al fin lindaba con el surrealismo, una de las grandes fuentes cirlotianas”. Cada uno de los libros ha sido presentado y comentado por sus tres grandes estudiosos: Victoria Cirlot (“Bronwyn”), Enrique Granell (“En la llama”) y Clara Janés (“Del no mundo”).

11 de marzo de 2009

"La Jornada se re-encuentra con el lector"-(Columna "El Guardián del diván"-Diario “El Columnista” de Puebla- 11/03/09)

Hace mucho que el periódico La Jornada dejó de parecerme atractivo. Siempre tan tendencioso en su discurso. Siempre tan amigo de los marxistas frustrados del país. Parecía que había de dos moles: los que simpatizaban con la izquierda a ultranza o se sienten intelectuales compran tal periódico, los que no lo compramos, entonces somos derechistas o anti-pensantes, no sé. Esa impresión me daba, me sigue dando.
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Pero en días recientes he visto gratas sorpresas emanadas de La Jornada. Maravillas librescas y económicas. Un día de esos que uno camina por la calle y se detiene en algún puesto de periódicos a leer como los medios alaban el buen juego del Puebla de la Franja, uno puede esperar enterarse que el dólar ha subido más y más o que comprar euros ya es sueño guajiro, pero toparse con ediciones de Alfaguara a sesenta pesos, esa ¡sí que es noticia! Cortázar, Roa Bastos, Donoso, entre otros a esa módica cantidad, nada despreciable, se agradece. Luego, aparecieron libros de Rius acompañados de una revista al mismo precio: sesenta de los ya devaluados pesos mexicanos.
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El viernes pasado me llevé la grata sorpresa de encontrar una serie libresca-ajedrecística que busca conmemorar el bicentenario de la Independencia y el centenario de la revolución. La serie lleva por título “Charlas de café con”. La idea es que el lector sienta que de alguna u otra manera conversará con algunos de los personajes más importantes de nuestras dos revueltas más importantes. Estará compuesta por diecisiete entregas semanales que contienen el librito referente a un personaje histórico, que ha sido novelado o tratado por algún autor de renombre como son: Vicente Quirarte, Raquel Huerta Nava, Ethel Krauze, José Ortiz Monasterio o Pedro Ángel Palou, entre otros; además de ir coleccionando a la par un ajedrez con figuras conmemorativas de la independencia y la revolución, por ejemplo un rey tiene la figura de Hidalgo y el alfil de Morelos.
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Una colección que se antoja interesante. La primera entrega fue de José María Morelos y Pavón, novelado y adaptado para está edición por Pedro Ángel Palou, que de manera breve le cuenta al lector cómo le vino la idea de escribir una novela sobre Morelos y la búsqueda que le conllevó redactarla.
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La recomendación está hecha.

5 de marzo de 2009

"La palabra sencilla, como poesía transparente y precisa"-(Columna "El Guardián del diván"-Diario “El Columnista” de Puebla- 04/03/09)

“Textofilia” hace su aparición en el ruedo de la edición y la publicación de obras con “Poemas de la mano izquierda” de Luis M. Verdejo, uno de los libros que recientemente salió a la venta.
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La edición sin duda es preciosa, sencilla, muy bien lograda.
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Una portada que asemeja o ilustra a los Bambús. Asunto que no resulta gratuito pues a lo largo del poemario el autor hace constante referencia a ellos.
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El poemario está conformado por cuatro divisiones o partes: Pintores, Frescura, Estas cosas también y Elegías.
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En cada una de ellas, el lector asiste a un diálogo poético muy intenso y sabroso.
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Sin usar tantas palabras rebuscadas, Luis M. Verdejo construye un poemario bien logrado. Recurre al uso exacto de imágenes que buscan exigir al lector utilice su imaginación. Un ejemplo puede ser “es terrible saber que:”, poema que aparece dentro de Frescura: la frescura/ la frescura/ la gota de agua/ de lluvia/ llena de luz/ en la hoja e la higuera/ o en un hoja/ más grande/ de planta/ que no conozco/ la frescura de luz/ ya no estará/ cuando nos volvamos/ (si es que nos volvemos)/ a ver// ella/ no estará ya// ya no.
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La imposibilidad de saber que todo en esta vida suele o parecer ser efímero: los bellos paisajes, las personas que se aman, la naturaleza, al placer de tocar y saborear una fruta, pero también la ubicación del ser con todo lo que le rodea; sentimientos que plasma con asombrosa maestría Luis M. Verdejo.
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Un poeta que además se dedica al arte plástica. Ha realizado algunas exposiciones como: “Infancias botánicas” junto al japonés Hosumi Masafumi y “Dos de barro” al lado de la escultora Jimena Granados. Actualmente cura la maestría en pintura en la Academia de San Carlos. Estos estudios influyen en que logre crear con poesía que sin duda, parece un cuadro de pintura. Un poeta que dialoga con los pintores y anhela ser parte de los trazos de pintores como Van Gogh o Cézzane. Pintores abre con un poema titulado “Vicent”: si existen los campos/ encendidos/ de Van Gogh/ si están en algún sitio/ quisiera/ caminar en ellos/ adentrarme en su aire/ en su luz// y si existen/ plenos de viento/ de mareas/ ¿existes tú también, / Van Gogh?/ ¿estás/ eres todavía?
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La poesía y la pintura, son las únicas maneras de plasmar la belleza del mundo. Quizá una de las pocas vías que existen para buscar un diálogo con las generaciones venideras. Una constancia de presencia es este poemario.
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Habría que agradecerle al poeta la frescura con que construye cada poema y plante cada tema, pues viene a demostrar que no se necesita recurrir a las palabras rebuscadas para construir poesía.