29 de agosto de 2010

Una autobiografía soterrada: El libro del adiós (El Columnista/Suplemento "Sergio Pitol. Una despedida anticipada"-27/08/10)

Escribir es un oficio muy sencillo, dicen que sólo se requiere saber leer y escribir. Pero lograr escribir con sencillez, de forma estructurada y coherente, requiere mayor responsabilidad, destreza y dedicación. Y para escribir bajo el amparo de algún género literario, Nabokov nos recuerda que se necesita entablar un pacto con el sentido artístico, la memoria, la imaginación y sobre todo con el lenguaje; claro debe ser un gran lector. La autobiografía, quizá, es el género literario más complicado, pues se requiere de mucha objetividad, para no convertirla en un panfleto sentimental o en la construcción de un monumento egocentrista. En otras palabras, una autobiografía es hablar de sí, sin buscar ocupar el papel principal. Y una autobiografía literaria es una invitación al lector para que navegue por el mundo que configuró la vida y el pensamiento del escritor y así comprender de mejor forma la construcción y evolución que tuvo la obra del mismo.
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Una autobiografía soterrada (ampliaciones, rectificaciones y desacralizaciones) (Almadía, 2010) de Sergio Pitol es una clara muestra de lo que hablo. Fiel a su obra literaria y a su modo de escribir, este libro es inclasificable dentro un género, ya que conviven de manera magistral el diario, el ensayo, la memoria y –por primera vez- la conversación. Textos que en su conjunto son un breve, pero amplio recorrido por el perfeccionamiento de la obra de Sergio Pitol. Escritos que hablan de los viajes, los recuerdos, las lecturas y las traducciones que marcaron su vida, siempre literaria.
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Leer a Pitol es, siempre, una experiencia reconfortante. Leer Una autobiografía soterrada es, prácticamente, imprescindible; pues aquí Pitol decide compartir con el lector amplias reflexiones respecto a su obra, haciéndolo de forma concisa y con la precisión de un bisturí. Como casi ningún escritor, Sergio se quita el traje de escritor y opta por el de un cirujano para hacer un estudio adecuado de su obra, pues el Pitol de este libro, no es el mismo que escribió Victorio Ferri cuenta un cuento, hay más lecturas, amistades, viajes y experiencias. Y leer este libro es revivir, sentir y sufrir al lado de Sergio Pitol; ya que caminamos a la par con él por las calles de La Habana y los pasillos de La Pradera, donde asiste a tratamiento para mejorar los problemas que está teniendo con el lenguaje; y también conocemos a fondo el origen de la mayoría de su obra literaria. Sin duda, la parte más emblemática de este libro es la conversación que sostuvo con Carlos Monsiváis, la cual nos llena de más luz acerca de cómo eran los momentos que estos dos escritores solían compartir.
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Mejor título no pudo encontrar para este libro, debido a que es un texto donde personaje y obra van a la par, ninguno por encima del otro, aunque debe decirse que Pitol prefiere hablar más de sus procesos literarios, que de él. Clara muestra de la sencillez que irradia nuestro Premio Cervantes y de la grandeza que lo conforma, pues ha preferido darle prioridad a su reflexión, su crítica y su pensamiento; por encima del personaje de “escritor”.
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Un libro necesario en la biblioteca de cualquier lector, pero sobre todo de los lectores Pitol, porque es –según su autor- el final de su obra, su último libro.

25 de agosto de 2010

"El temblor hecho poesía"(Columna El Guardián del diván-Diario El Columnista 25/08/10)

En el amplio mapa literario existen pocas obras que aborden el temblor acontecido en septiembre de 1985, Luz de Luciérnagas (Montesinos, 2010) de Edson Lechuga es una de ellas y la novela es sumamente agradable; pues con una prosa limpia, precisa y tremendamente poética, Lechuga cuenta la historia de Germán Canseco, un poeta y novelista en ciernes.
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Canseco es un tipo común y corriente con anhelos, frustraciones y penas. Un ser humano lleno de duelos y miedos, que a pesar de ellos, logra sobrevivir a sí mismo. Canseco no sólo lleva en su andar por el mundo esa respuesta que lo regrese a la vida, también carga con el olor a sufrimiento y muerte que le dejo haber sobrevivido al temblor de 1985 y así poder presenciar el fallecimiento de una ciudad que se desmoronó en unos instantes y que se alzó sobre sí para convertirse en otra, que como Canseco aún sigue sufriendo cuando recuerda aquel evento. Dicho temblor sepultó muchas historias y construyó otras; de igual forma en la vida de Canseco, quien sufrió su propio temblor, sus propias muertes y sus propias reconstrucciones llenas de fantasmas que después de veinte años lo siguen acosando.
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Luz de luciérnagas es la novela de la novela, pues en sí, el lector está asistiendo al sueño hecho realidad de Canseco: publicar su novela Luz de luciérnagas, que junto con sus fantasmas, penas y dolores, lo acompaña a lo largo de historia. Y la cual logra cobrar vida, cuando Canseco encuentra la respuesta que tanto anhelaba. La historia se desarrolla básicamente en dos escenarios: Distrito Federal y Barcelona, conectados en espacio y tiempo por la vida de Canseco; ciudades que alojarán a un joven en busca de algo, sin saber exactamente qué. Y son tres; las personas que provocarán el estallido de muchas de sus decisiones, pensamientos y dolores: doña Raquel, la dueña de una cocina económica ubicada cerca del edificio donde vive en la colonia Narvarte y quien lo alimenta con el amor y comprensión de una madre; Marcelo, el amigo del alma en quien descansa cuando necesita cobijo y apoyo; y Alma, la dueña de una carta, de su vida, su recuerdos más íntimos y dolorosos, también -por qué no decirlo-, de su muerte, esa muerte que se sufre al haber perdido al ser amado. La historia de Canseco; es la historia de cada lector.
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Luz de luciérnagas es la mezcla perfecta entre imagen y letra, ya que a lo largo de la novela el autor nos va ofreciendo imágenes que complementan y enriquecen la historia. Una novela que estoy seguro disfrutarán. A pesar de usar un lenguaje sencillo, no pierde profundidad. Edson Lechuga lograr personificar con gran habilidad al dolor, a la felicidad y a la amargura, pues usa las palabras adecuadas y necesarias para darles carne. Luz de luciérnagas es la opera prima del poblano Edson Lechuga y estoy seguro que no tardará en encontrar un buen lugar a nivel nacional y lograr simpatía y aprecio literario entre los lectores y críticos poblanos.
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Invitación
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El viernes 27 de agosto Sergio Pitol recibirá a las 6:00 PM la copia de la Cédula Real en el Ayuntamiento de Puebla y a las 7:00 PM presentará Una autobiografía soterrada (Almadía, 2010) en el Salón de Proyecciones del Carolino. Lo acompañan Javier Aranda Luna, Eduardo Montagner, Rodolfo Mendoza y su servilleta.

18 de agosto de 2010

"Samperio juvenil "(Columna El Guardián del diván-Diario El Columnista 18/08/10)

Escribir para niños y adolescentes no es sencillo, pues se requiere tener la precisión y levedad necesaria para captar su atención; debe construirse una voz narrativa atractiva, cuya estructura esté sostenida por una historia interesante y ad hoc al público al que se piensa llegar, todo eso sin que se sacrifique la calidad. Características que logra a la perfección la novela Tongolele y el ombligo de la luna (Ediciones B, 2010) escrita por el reconocidísimo escritor mexicano Guillermo Samperio e ilustrada por Sofía Escamilla.
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Con un lenguaje sencillo y cercano a la juventud, Samperio presta su pluma a Juan José para que cuente su historia llena de un romanticismo adolescente.
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Juan José se encuentra enamorado de su vecina la Pantera Negra, que en realidad es Yolanda, alías Tongolele, a quien le encanta el arte de mover el ombligo, danzar, menearse y hacer un sinfín de contorsiones corporales relacionadas con el baile de cabaret; de igual forma disfruta del bellísimo arte de pintar. Juan José entabla amistad con Tongolele gracias a sus padres y en ese platicar, bailar y comer juntos, nuestro protagonista empieza a enamorarse de ella; a lo largo de la historia el lector podrá ser testigo del vuelco romántico que sufre Juan José y cómo de ser un simple admirador y amigo de Tongolele, se convierte en el personaje que saldrá en las primeras planas de los periódicos, pues con valor y astucia logra salvarla de las manos de unos malhechores.
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Una novela corta que maravillara a jóvenes y adultos, debido a que posee descripciones exactas del México bajo el cual se desenvolvió Tongolele y consigue mezclarlo con las pasiones e inquietudes juveniles. Texto que tanto padres de familia como maestros de secundaria o preparatoria, podrán utilizar para invitar a las nuevas generaciones a sumergirse en el maravilloso mundo de la lectura.
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Guillermo Samperio ha sido recibió el Premio Casa de las Américas en 1977 y el Cervantes de París en el 2000. Entre sus obras se encuentran La mujer de la gabardina roja y otras mujeres, Manual para cuentistas, Después apareció una nave y actualmente circulan tres novelas de corte histórico: Hidalgo, Aventurero astuto de corazón grande; Juárez, Héroe de papel y Morelos, Adicto de la nación; todas bajo el sello de Zeta, perteneciente a Ediciones B.

11 de agosto de 2010

"Carolina y el DF (el andar por la historia mexicana)- Parte IV "(Columna El Guardián del diván-Diario El Columnista 11/08/10)

A Carolina, porque tu sabia voz evita que me pierda.
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Visitar la ciudad más transparente y no darse una vuelta por los museos que ésta aloja, se convierte en un verdadero crimen y más en estas fechas bautizadas con el nobiliario título de “Bicentenario”. Dos eran los destinos: El Castillo de Chapultepec y el panteón cívico de Dolores, donde se encuentra la Rotonda de las personas ilustres de nuestra historia nacional.
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El Castillo de Chapultepec es impresionante, los momentos históricos que ahí se guardan son importantes. Hace años que lo visité., tantos que no recordaba casi nada del Castillo. Este bello recinto es un recorrido muy breve por algunas partes importantes de la memoria histórica, desde 1521 hasta el año 2000 aproximadamente. Nueve son las salas que lo conforman; seis de estas unidades temáticas que se muestran corresponden al repaso histórico y las restantes nos muestran los usos, las costumbres y las ambiciones de los antiguos habitantes de México. Aquí, Carolina y yo pudimos gozar las colecciones que integran dicho museo, sobre todo con todo aquello que era alusivo a Don Porfirio Díaz: el héroe que la Historia Nacional no se ha atrevido a reivindicar. Cada pieza referente a este personaje, hacía que la admiración y el cariño hacia tal prócer creciera más. Todo buen observador y lector de la Historia mexicana, sabrá que la ideología liberal que ayudo a forjar a este México, tiene su mayor cimiente en el pensamiento masónico. Por ello no fue extraño encontrar diversa simbología tradicional como los gorros frigios o el famoso ojo que todo lo ve; pero algo que nos llamó fuertemente la atención, fue encontrar una imagen de la Virgen de Guadalupe la cual descansaba en una base tridente y en cada punta había una representación de bala de cañón, sosteniendo a la imagen en sí estaban tres figuras de cañones apuntalando como si fueran columnas, por último, en la cima del marco que abrazaba a dicha imagen un águila ,similar a la juarista, mirando a oriente; lo que a luces pareciera un sincretismo extraño entre las creencias católicas y las simbología masónica. En fin, lo que pudimos observar en el Castillo nos agradó mucho. Algunas piezas faltaban en sus vitrinas y otras carecían un letrero que explicará de qué se trataban. Algo que sin duda habrá que atender.
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Conocer la Rotonda de los personajes ilustres era uno de nuestros objetivos en este viaje al DF, el cual acabo siendo nuestro mayor desencanto. A pesar de estar ubicada en el cementerio más importante del Df y de contar en el acceso a la misma con anuncios alusivos a los festejos del Bicentenario; está completamente descuidada; existen tumbas que ya no se puede leer quién descansa ahí, otras están a punto de caerse y por si fuera poco el espacio destinado para la lámpara votiva (“representa un voto, (…) una ofrenda a la memoria de los personajes que ahí yacen, y la promesa de no olvidar su legado. En honor a ese voto, la llama siempre encendida de la lámpara simboliza la permanencia imperecedera de la obra y vida de cada uno de los personajes”, http://rotonda.segob.gob.mx/2_historia.html), estaba apagada y la inscripción que rodea a dicha flama es ilegible pues muchas de sus letras ya no existen.
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En lugar de gastar esas millonadas en los festejos, deberían invertirlo en el mantenimiento y cuidado de los museos; y en la formación de públicos capaces de aprovechar con los que cuenta cada ciudad. La mejor manera de celebrar el Bicentenario es rescatando, cuidando y transmitiendo los acontecimientos que forjaron a México. No veo de otra, lo demás es vanidad.