La soledad y el amor son temas que se han abordado infinitamente a lo
largo de la historia de la literatura universal.
Paolo Giordano en su opera prima:
“La soledad de los números primos”, ha establecido una gran metáfora aritmética para explicar a la soledad: los
números primos (aquellos que sólo son divisibles entre 1 y entre sí mismos),
éstos a pesar de compartir una gran característica, jamás podrán juntarse.
Giordano cuenta la historia de dos personajes: Mattia y Alice. Cuyas
vidas van girando en torno al miedo que se impregnó en ellos –como un tatuaje-
durante su infancia, el cual se afianzará en la adolescencia. Conforme van
creciendo, irán por la vida librando los obstáculos de ésta como puedan,
evadiendo el miedo sin enfrentarlo. Todo es infelicidad hasta que un día se
encuentran y vislumbran la posibilidad de enfrentar sus miedos. La situación y
la persona, lo valen. Pero ¿para qué perder tiempo en combatirlo, si afuera hay
todo un mundo por vivir? Sin embargo, esto los orillará a vivir en mundo
“cómodo”, más no deseado. Alejándolos y viviendo siempre con la interrogante:
¿qué hubiera sido de mi vida, si permanecíamos juntos?
“La soledad de los números primos” pareciera una copia fotostática de la
vida, donde perdemos una infinidad de oportunidades por miedo, por incapacidad
de decir las cosas y de abrirnos ante el otro.
Es más fácil deshacerse de la felicidad que de los miedos, pues uno
crece con ellos y aprende a sobrevivir, quizá cuesta trabajo imaginarse qué
hacer sin ellos.
Una prosa precisa, feroz, cruda, real; pueden ser varios calificativos
que acompañan a la escritura de Paolo Giordano, quien toma a la soledad por los
cuernos para ponerle nombre, apellido y lugar de nacimiento.
La historia de Mattia y Alice, puede ser la historia de cualquiera que
se acerqué a leer dicha novela.
Se corre el riesgo de sentirse retratado.
Quizá, por eso gusta tanto. Por eso identifica y duele.
Una novela que no deberán perderse y seguro les dejará un grato sabor.
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