La
columna pasada –so pretexto de Abismo
de Ana Belén Barradas- escribí acerca de las nuevas voces poblanas que han ido
emergiendo en los últimos años.
Si a Pedro
Ángel Palou le debo, en gran medida, mi acercamiento a muchos de los autores
que han pasado por mis manos y hoy son parte de mi biblioteca personal. A Jaime
Mesa le agradezco mi aproximación a esas prosas poblanas que exigían lectores y
encontraron espacio en la antología narrativa Piezas cambiantes. Una de esas voces es la de Eduardo Sabugal. A
raíz de esa antología vinieron una serie de ediciones donde Arturo Ordorica,
Juan Carlos Reyes y Sabugal tuvieron la oportunidad de publicar su primer libro
de cuentos.
Sabugal es uno
de esos pocos autores que goza del cine, la música, la cultura popular, da
clases, conduce programas de radio, degusta la buena bebida, goza de viajar,
ejerce la crítica literaria y cinéfila; empero permanece alejado del “mundo
literario”, rara vez se le verá como parte del público en las presentaciones de
libros. Tampoco es un autor que se haya cocinado en los tradicionales talleres
literarios. Sabugal es un escritor de cepa, de los hechos a la antigua y todo
eso está plasmado en su prosa. Por eso leerlo es toda una aventura y dar una
opinión literaria sobre su obra se antoja muy insolente.
Sabugal juega
a ser Dios mientras escribe y lo deja muy claro en Liquidaciones.
A los personajes de estos cuentos, les otorga el
libre albedrío necesario para que se entreguen
al placer, lo disfruten y como cruel ironía paguen –posteriormente- una condena
líquida. Dime qué tan amplio es tu deseo y te diré cuán tan alta será tu
condena; pero también dime qué bebes y te describiré quién y cómo eres; parece
reflexionar Sabugal en esta colección de cuentos.
Vino, pulque,
té, leche, café y whisky son los protagonistas de Liquidaciones, pero también la propuesta estética de este libro;
pues cada cuento pretende adueñarse de los efectos y las propiedades de las
bebidas y convertirlas en palabras.
La narrativa
de Sabugal es la más poblana de todas, ya que su manejo variado de técnicas
narrativas, sus amplias y detalladas descripciones y su juego con las
estructuras le dan un barroquismo narrativo a Liquidaciones, sin dejar a un lado esa universalidad tan apreciada
recientemente.
Un libro que
puede atrapar o ahuyentar al lector, pero que al final deja una grata
sensación.
No hay comentarios:
Publicar un comentario