De
unos años para acá me he vuelto lector de libros infantiles.
Aún no sé por
qué.
A veces estos
libros me sorprenden más que los escritos por y para adultos.
Pocos
escritores son capaces de contar historias verosímiles y con temáticas actuales
e interesantes para los niños.
Pocos libros
infantiles resultan ser un reto para su imaginación.
Casi ningún
adulto ha logrado comprender que el niño no es tonto y es capaz de procesar
muchas cosas. Sólo hay que encontrar el cómo.
Sexto piso no
sólo ha innovado al presentarnos autores poco publicados y leídos en México,
también se ha preocupado por cautivar al lector infantil y juvenil creando una
colección sumamente cuidada tanto en su temática como en su diseño.
Como si fuera un juguete (Sexto piso, 2013) de Jorge Luján es una mezcla perfecta entre la
poesía y el aforismo, donde lo que importa es la sensación que cada sentencia
pueda generar en el niño. Es una extraña complicidad entre autor y lector, aquí
sólo se dan pequeños indicios y al niño le tocará echar mano de su capacidad
imaginativa. Los dibujos de Morteza Zahedi serán el refuerzo y/o complemento
que el niño necesitará para tener un satisfactorio viaje a lo más íntimo de su
ser.
Es una poética
invitación a ver al libro como un juguete, como una herramienta para viajar tan
lejos como el niño quiera y a interactuar con dicho objeto de similar forma
como lo hace con los muñecos de acción.
Mientras que
para el adulto, este libro representa el retorno a uno de los elementos más
esenciales de la infancia: la capacidad de imaginar, sin necesitar muchos
detalles para construir una historia.
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