21 de agosto de 2008

Y la muerte nos dio vidas perpendiculares-(Diario “El Columnista” de Puebla- 21/08/08)

La convivencia con escritores siempre es algo que agrada la vida y hace ese momento inolvidable. Los escritores en privado, a pesar de lo que muchos puedan creer, hablan de todo menos de sus procesos de escritura y rara vez de literatura. Hablan de cómo está su familia, de sus experiencias de dar clase, se ponen a comparar los programas de estudios de las Universidades en las que han estado, de sus siguientes proyectos y/o destinos universitarios. Todo eso mientras se disfruta de un café o de un buen cigarro. Algo de lo que pude vivir con Rivera Garza y Enrigue, minutos antes de su conferencia-diálogo que tendrían para los alumnos del Colegio de Lingüística y Literatura Hispánica de la BUAP.
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Escribir en el centro de México, donde están las editoriales, o fuera de éste, lejanos a las modas, leyendo lo que se publica en la periferia y no en el centro. Dos visiones que vinieron a ofrecer, el pasado jueves a Puebla, Cristina Rivera Garza y Álvaro Enrigue. Tanto Cristina como Álvaro afirmaron que escriben desde la incertidumbre. Para una el proceso es leer todo lo escrito antes de volver a comenzar las siguientes líneas que le irán dando forma a lo que podría ser un cuento, novela o entrada de blog. Para el otro la escritura debe ser algo parecido a lo que piensa un mariscal de campo de fútbol americano quien, a su parecer, debe tener en mente más de ocho jugadas posibles por si alguna se le llegará a frustrar. Rivera Garza escribe donde puede y como pueda, Enrigue lo tiene que hacer en su cuarto personal que está dentro de su casa, pero lo más apartado que se pueda al ruido que ésta genere, y desde luego, al estilo Hemingway, acompañado de un vaso de vodka helado, que para su cerebro surte el mismo efecto que el vick vaporub tiene para las vías respiratorias.
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Dos escritores que se mostraron contentos en su estancia en Puebla, aseguraron haber disfrutado de la convivencia con los alumnos poblanos. Amenos en el trato, relajientos, risueños, en fin, agradables. Narradores de calidad probada, una acostumbrada a los premios y la gente, otro un poco huraño, que asegura ser hermano de un escritor sumamente famoso –Jordi Soler-, porque él sólo es un simple desconocido que juega a escribir. Cristina es bloguera, Enrigue no tiene blogs –porque no cree en ellos, del todo-, pero disfruta de leerlos.
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Dos voces narrativas para leer y valorar.
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Para terminar, no queda más que agradecer el apoyo y la confianza brindada por el Dr. Alejandro Palma Castro, director de la Facultad de Filosofía y Letras, así como de la Dra. Alicia Ramírez, coordinadora de Maestría en Literatura Mexicana-BUAP, de la Mtra. Diana Hernández y del Mtro. Fernando Morales Cruzado. Sin dejar a un lado el constante apoyo del poeta Roberto Martínez Garcilazo –fugado por elección y convicción- y la presencia de Alí Calderón en la presentación de las novelas.
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Y pobre del que opine lo contrario, porque, sin duda -y parodiando a Enrigue-, habrá que matarlo.

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