Se viene el día de los enamorados y como cada año, me dan ganas de salir con un rifle o una cerbatana para reventar todos y cada uno de los globos que andarán por la calle.
Tampoco faltarán las innumerables parejas que se creerán poetas y le armarán unas cuentas palabritas rimadas a su pareja en turno. Los más sinceros, le robarán las palabras a un verdadero poeta. Otros gastarán lo que nunca durante un año, para demostrarle a su pareja que sí la aman.
El amor, en estos tiempos, es equivalente al número de regalos que se den los amantes.
Así cada una de las celebraciones: la del niño, de la madre, del padre, del maestro, etc. ¡Y vaya que funciona!
Somos consumistas, más que humanistas o creyentes en alguna religión. Sin embargo, dentro de esta cultura de consumo, a esos supuestos creyentes les gusta demostrar que sí pertenecen a alguna religión comprando cuanta imagen religiosa se topa en su camino, para cargarla en su cartera; los más descarados convierten su casa en un templo. Y así con cada una de las pasiones o creencias humanas.
¡Qué tristeza!
Y más decepcionante es saber, los resultados que hace no mucho dio a conocer el CONACULTA.
De 5 millones 383 mil 133 habitantes que hay en Puebla. Sólo el 56 por ciento de la población ha visitado alguna vez una biblioteca; 1 millón 412 mil 875 personas ha estado en una liberaría o biblioteca; mientras 46 mil 72 dijeron no recordar; 3 millones 259 mil 595 habitantes nunca han ido a una exposición de artes plásticas (dibujo, grabado, escultura, pintura, arquitectura); 560 mil 543 personas, han estado en alguna exposición de artes plásticas; 1 millón 885 mil 113 personas han estado en algún museo y la misma cantidad nunca ha estado en uno; en el teatro un 28 por ciento de la población ha ido (por lo menos una vez); en contraparte con el 72 por ciento que nunca ha estado en uno. Esos datos los compartió la redacción del Periódico Digital de Puebla, no quiero saber cuál será el resultado con las presentaciones de libros.
Quizá habría que poner fuerte hincapié en el día internacional del libro o del museo, para que la gente consuma, al menos la poblana.
Está claro que en México, Xalapa, Oaxaca, Morelia o Guadalajara la gente sí ve a la Cultura como algo primordial; ahí sus Ferias del Libro ampliamente exitosas.
Un paso, tal vez, es lo que está haciendo el Consejo de la Comunicación a nivel nacional, la pregunta es: ¿lograrán que la gente compre un libro para regalar en cualquiera de esos días, en lugar de obsequiar tanta cosa inútil, que seguramente acabarán en la basura?
No sé, esperemos.
Sigo creyendo que la mejor solución sería prohibirle a la gente educarse y leer, porque vaya que eso es también exitoso. Ahí tienen el alcohol o los cigarros, cada que se puede le aumenta el precio, los llenan de anuncios cuyas leyendas tienen que ver con muerte, enfermedades y la gente los sigue consumiendo, sin importar su precio.
En serio, preferiría que un amigo o mi novia me regalará un libro, un disco, una entrada al teatro, a algún concierto, cuyo mensaje fuera: porqué me importas, quiero que amplíes tu cultura; y no un globo o un chocolate o una taza, que en realidad no dice nada, pues son cosas efímeras, que algún día, se desinflarán, se acabarán de tres mordidas o se romperán.
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