Edson Lechuga, en términos editoriales es un autor joven, pues apenas hace un año la editorial Montesinos nos hacía llegar su opera prima: Luz de luciérnagas, una de las pocas -por no decir únicas-, novelas que hablan del fatídico temblor de 1985. Llovizna es su segundo libro, instaurado en el género del cuento; empero debido a su redondez temática, los cuentos aquí reunidos parecieran capítulos de una novela.
Pareciera que Edson Lechuga asume sin problema alguno, en Llovizna, el papel de Dios-escritor, y a pesar de que a sus personajes les otorga el derecho del libre albedrío, al final los lleva a su inclemente final: la muerte; ya que en algunos casos ésta es un castigo, en otros una salida para encontrar la felicidad y en algunos sólo significa el cierre de un ciclo. Lo emocionante y novedoso, es que los personajes de estos cuentos no buscan redención o perdón, más bien ofrecen una explicación con el afán de ser comprendidos, y quizá, así, Dios-escritor justifica el por qué están muertos, casi muertos o castigados. Y que como bien dice, en la cuarta de forros del libro, Pablo Raphael, Llovizna son cuentos que parecieran pertenecer a la tradición oral; quizá porque buscan dejar una huella, una lección, donde busca recordarle al lector que: a cada acción corresponde una reacción.
Al igual que en Luz de luciérnagas, los cuentos de Edson Lechuga no pierden el tiempo en largas y monótonas descripciones; al contrario, éstos gozan de una admirable precisión tanto lingüística como narrativa; logrando así imágenes perfectas (casi cinematográficas) que crean en el lector la sensación de estar presente cuál testigo fiel de los hechos o por qué no, ser uno de los personajes.
Llovizna, un libro de cuentos ampliamente recomendable que atrapará al lector y que viene a demostrar cómo se puede mezclar lo tradicional (la herencia rulfiana) con lo moderno, sin sacrificar la originalidad.
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