Se dice que el amor es el ingrediente principal en todas las historias contadas por el hombre.
El amor como motor del mundo.
El mundo como un todo amoroso.
El amor el ausente cuando nace una guerra.
No hay novela que no contenga una historia de amor.
No existe poema que no refleje un acto amoroso.
Se divulga que el mejor resumen de la Biblia es: amor al prójimo, al otro.
Algunos más, aseguran que se han invertido siglos para explicar cómo ama un hombre a una mujer y viceversa.
Todo ello hace pensar que hablar de amor es sencillo, que cualquiera podría responder con facilidad a la pregunta ¿por qué me amas? o ¿cómo sabes que me amas?; etc.
Lo anterior es la novela del amor, aquí los personajes son secundarios; lo que importa es rastrear al amor.
Más bien, a Cristina Rivera Garza le interesa saber por qué se puede describir al amor, cuando éste ha terminado y eso qué significa.
Amor como un sueño del que tarde o temprano se despertará.
Desear que nunca termine y misterio por saber cómo empezó todo, eso también es el amor.
Amor como un acto efectuado entre dos personas, dos desconocidos conocidos, y después -tal vez- sean dos conocidos desconocidos.
El amor como un juego de espejos, donde se refleja lo que quieres ver.
¿Y si el amor no existiera, si tan sólo fueran palabras?
¿Y si el amor sí existe, pero termina cuando busca explicarse?
¿Si el amor es todo lo anterior y el desamor también?
Lo anterior de Cristina Rivera Garza es una novela sorprendente, donde las palabras se vuelven el papel central. No hay novela de ella que no atrape, que no deje con la sensación de más cucharadas de ficción; pero también no hay novela de ella que no deje al lector con una sensación de locura.
Una novela de escepticismos donde no importan los nombres, ni el sexo; tan sólo interesa saber qué pasa con el amor.
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