La teoría literaria suele ser un camino muy espino y quienes se dedican
a ella no siempre son didácticos a la hora de escribirla. Pasa lo mismo con los
críticos literarios, suelen ser muy atinados para desmenuzar una obra de
ficción, pero no son tan asertivos al construir la propia.
Pocos escritores se animan a compartir el cómo de su arquitectura
narrativa, aunque si hay muchos que además de escribir obras ficcionarias, ejercen
una crítica de la obra de sus autores favoritos; y desde luego muy pocos logran
tener una amplia congruencia y consistencia tanto en lo criticado, como en su
propia pluma. Sergio Pitol es de los pocos escritores que se ha dedicado a
crear una obra narrativa muy consistente y concisa, así como una fina y dura
crítica a la arquitectura narrativa de diversos escritores. Ambas forman un
binomio importante de su obra.
La aventura por el mundo de lectura –pienso- debe ser siempre un
ejercicio de constantes descubrimientos.
Recientemente ha llegado a mí “Escribir ficción” de Edith Wharton, un
libro por demás sorprendente. Mencionado libro recopila una serie de artículos
publicados por la escritora en la revista Scribner’s entre 1924 y 1925, donde
la escritora vierte su visión particular sobre lo que significa dedicarse al
arte de escribir. A lo largo de cuatro capítulos y de manera muy didáctica,
Wharton hace comparaciones claras entre el cuento y la novela, donde explica
que el escritor jamás deberá influir en la extensión de la obra, más bien el
tema será el encargado de dictaminar la extensión. Otro de los temas
importantes es la construcción del personaje y la situación; aquí el escritor
si debe tener mayor responsabilidad, pues deberá saber con exactitud todo
acerca de sus personajes, sin embargo nunca deberá entrometerse en el
desarrollo de los mismos, los personajes deberán crecer conforme mejor les
convengan. Donde el escritor deberá intervenir más es en el desarrollo de la
situación, pues afirma que la situación no deberá salirse del tema y buscar que
dicha sea atractiva para el lector.
Todas las reflexiones realizadas por Wharton se acompañan o se
fundamentan con la comparación y ejemplificación de algunas obras de escritores
como Dostoievski, Goethe, Dickens, James; entre otros. Proust es un escritor
demasiado importante para Wharton, por ello dedica un apartado especial para
hablar de su obra, a quien pone como uno de los mejores ejemplos del arte de
escribir ficción.
Un libro agradable para su lectura y que debería formar parte de la
bibliografía obligada de los estudiantes de literatura, pues los conocimientos
vertidos por Wharton siguen siendo vigentes.
Edith Wharton fue la primera escritora mujer en recibir el Premio
Pulitzer (1920) por su obra “La edad de
la inocencia” que junto con las novelas “La casa de la alegría” y “Las
costumbres del país” forman la trilogía: “Vieja Nueva York”. Fue alumna y
posteriormente amiga de Henry James.
Una escritora a la que vale la pena acercarse, sin duda.
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