Leer a Cristina Rivera Garza, desde que la descubrí, siempre es un
placer. Me gusta leer el trabajo literario realizado por algunos escritores que
considero amigos, es otra forma de poder dialogar con ellos.
Cristina es una escritora que siempre ha experimentando con la palabra
ya sea a través de la novela, la poesía o los 140 caracteres del tuiter.
La muerte me da es, probablemente, la novela más experimental
que ha escrito. Ahí la escritora dio vida a una Detective que mientras avanzaba
en su caso, se iba convirtiendo en escritora. Detective que posteriormente
aparecería en algunos cuentos de La
frontera más distante. No es una Detective cualquiera, ella se interesa en
comprender con precisión los pasos dados por la mujer en cuestión (siempre son
mujeres las investigadas), y toma como punto de referencia los textos
producidos ya sean cartas o diarios. Para saber cómo encontrar a alguien,
primero es necesario saber qué lo llevo hasta ese lugar. Mientras más se
adentra en lograr comprender-entender a la perseguido, más se convierte en lo
que persigue.
Recientemente Cristina ha publicado –bajo el sello editorial Tusquets-
la novela El mal de la taiga. Una
novela que va acompañada de algunas ilustraciones alusivas, inspiradas en la
misma novela. Nuevamente experimental. Aquí vuelve aparecer la Detective,
aunque hace mucho que abandono la profesión para dedicarse a escribir. Acepta
volver a investigar un caso, porque muy el fondo –pienso- intenta encontrarse a
sí misma. Su misión: buscar a una mujer que ha dejado a su esposo, para
internarse con otro hombre en las entrañas de la taiga. ¿De qué y por qué huye
la mujer?, son las preguntas que asaltan a la Detective-escritora; sus pistas
ahora serán una serie de cartas que la susodicha va dejando y que la
Detective-escritora intentará comprenderla a través de sus anotaciones. Sí,
otra vez, la Detective-escritora se conjugará-perderá al querer saber las
razones de la huída.
Una novela que habla del desamor. Una novela que busca comprender qué es
el amor, pues sólo así sabrá cuándo y cómo aparece el desamor. En esta búsqueda
se corre el riesgo de perderse, de contagiarse del mal de la taiga: esas ganas
de huir de todo y de nada, esas ganas de internarse en la soledad y no volver,
esas ganas de perderse y algún día encontrarse.
El mal de la taiga más que un thriller, más que una teoría del
cuento de hadas o infantil; es una novela que va sobre el impacto de la palabra
–la saludable obsesión de Cristina- y también del golpe que deja la brevedad y
exactitud de la misma.
Un buen día el amor y el desamor se van, dice la Detective. Y la palabra
estará para registrarlo en la bitácora de la vida, dice quien esto escribe.
Una novela que llega a calar.
Y sí, -perdonen el atrevimiento- imposible no sentir atracción por la
Detective.
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