A cada uno de
los mexicanos
A mi familia
A mis amigos
A mis amigos
escritores
Al movimiento
#YoSoy132
A los masones de
México
A los héroes
anónimos y a los que nos dieron Patria y Libertad
A ti
México
es muchos “Méxicos”, eso lo sabíamos todos, algunos lo suponían. México es una
suma de “Méxicos” divididos, soslayados, olvidados. Nuestra cronología
histórica que venimos aprendiendo en la escuela nos lo repite: el México
prehispánico, el México colonial, el México independiente, el México Juárez y
una lista sinfín. El único México que registra la Historia como país unificado,
como país existente, legitimado es el México después del nacimiento del PNR
(ahora PRI). A partir de aquí, podemos considerarnos un país sólido, fuerte,
unido. Un país que existe –parece afirmar la Historia- gracias a la visión de
un partido, un partido que se instauró 70 años en el poder y a lo largo, de su
bien llamada “dictadura perfecta”, heredó deudas, las matanzas del 68 y 71,
fraudes electorales, desapariciones de personajes incómodos para la política
mexicana, en fin. Ése México o “esos Méxicos” del cual todos debemos estar
orgullosos, porque todos lo construimos. ¿Duele tal afirmación, no? Pero sí,
todos somos culpables de que México esté en gran agonía.
Y
voy a explicar por qué lo digo.
Cuando
cursaba la secundaria, la curiosidad histórica me invadía fervientemente.
Siempre me considere un chico disfuncional a mi generación, mientras unos
escuchaban Maná yo ponía en mi radio a Fernando Delgadillo, Óscar Chávez o las
primeras épocas decentes de El Tri; etc. Gracias a estos educadores me enteré
de la existencia de la matanza del 2 de octubre de 1968. Quería saber por qué
habían muerto en México un número indefinido de estudiantes a manos del
ejército mexicano. Una maestra de aquellos años me respondió: no debemos de
hablar de ese tema en clase, es una etapa triste para México, porque los
jóvenes perdieron la brújula, se dejaron influenciar por ideas tontas, absurdas
y obtuvieron su merecido: cárcel, golpes y unos cuantos la muerte; palabras
más, palabras menos. Por supuesto, con el transcurrir de los años fui
resolviendo mis dudas. El resultado sangriento y represivo del 68 es un hecho
para consignar, exigir justicia; jamás para avergonzarse. Fueron jóvenes que
miraron más allá de sí mismos y buscaban un futuro mejor. Víctimas de sus
propios sueños y de su amor por México.
Sin
embargo, el 68 no es más que una anécdota un episodio –aunque trágico y triste-
bello en la Historia de México. Siempre aseguré -con amigos, familiares y los
pocos alumnos que llegué a tener- que con la matanza del 68 se habían muerto
más cosas: las ganas de luchar por una idea y había nacido un conformista:
“para qué si nunca pasa nada” alimentado de mucho miedo, pues ya se sabía
cuáles eran las consecuencias.
Delgadillo,
dice en Evoluciones: “Como ha hecho
falta en estos días/ un capitán, un héroe, una señal.” Toda sociedad lo
necesita, todo movimiento también. Ahí tienen a Zapata, Villa, Morelos, los
Serdán, Madero, Ernesto “Che” Guevara, en fin. A veces la sociedad ha
necesitado alguien que guíe a esos desolados, a esos abandonados, a esos
dolidos que a los gobiernos nunca les ha interesado. México y la izquierda
–inexistente, hasta hace unos años en México- parece haber encontrado a ese
guía: Andrés Manuel López Obrador (AMLO), tan controversial para cualquiera: lo
amas o lo odias. En torno a este personaje han pasado un sinfín de marchas: la
del desafuero, sus mítines electorales para la campaña del 2006, luego las
marchas del VotoxVoto, la acampada en las calles del DF, su reciente campaña
del 2012; etc. AMLO representó en 2006 mi primera elección presidencial, mi
primera tristeza electoral y el nacimiento de una llama que arde y que duele al
mismo tiempo. Vi movilizaciones, vi tanta gente entregada con amor y sinceridad
que era imposible negarse a ser parte de “ese algo”. Pasó lo que ya todos
sabemos y en mí quedó una tristeza y recordé aquél: “para qué si nunca pasa
nada”. Perdí las esperanzas en muchas cosas.
Se
vinieron las elecciones recientes, mi votó estaba completamente definido. Pero
era un voto con una esperanza inundada de tristeza. Algo en mí decía: vota,
pero nuevamente la robarán. Empero algo cambió las cosas, un hecho hizo que
renaciera algo en mí, un acontecimiento logró que volviera a creer en México.
El 11 de mayo y con ello el nacimiento del #YoSoy132. No todo está perdido, me
dije.
Han
pasado ya un par de meses y ya todos sabemos qué está pasando en México. No
necesito ahondar en ello.
#YoSoy132
vino a poner a debate y a juicio todo aquello que sabíamos y nunca cuestionamos
con firmeza, por miedo, conformismo o valemadrismo. #YoSoy132 ha sido el punto
de encuentro de Universidades que el “status quo” había rivalizado. #YoSoy132
es el espacio que alberga a aquellos que no sabían dónde mostrar su
indignación. #YoSoy132 es el lugar donde convergen familias enteras y salen a
protestar por un México mejor. #YoSoy132 ha logrado, quizá sin proponérselo,
unir a esos “Méxicos”. #YoSoy132 es la señal que este país estaba realmente
buscando, porque es ciudadano, porque sí congenia en caminos con AMLO, pero es
plural y también caben los panistas y los priístas que no están ciegos; porque -aquí-
caben aquellos que siente amor por México.
Pero
#YoSoy132, aunque da orgullo saber que los jóvenes no se callan y hacen acto de
presencia, no debería existir. #YoSoy132 es el resultado de ése México que
nunca alzó la voz por miedo, por conformismo o porque no había tiempo para
hacerlo. #YoSoy132 es producto de haber permitido tantos fraudes, tantas devaluaciones,
tantas injusticias. #YoSoy132 es la conglomeración de tantos males que sabíamos
ahí estaban y nunca pugnamos por su resolución.
No
creo que exista disculpa alguna o pero que valga. México se jodió porque mi
generación, la de mis primos, la de mis tíos, la de mis padres y la de mis
abuelos lo permitieron. Ciertamente, dirán: era protestar o llevar alimento y
sustento a la casa. ¿Cuántas veces no oímos y vimos de los cacerolazos en
Argentina o de las marchas? Algunas eran de noche, porque precisamente no
podían dejar de trabajar. El presenciar un asalto y no hacer nada es parte de
esos miles de daños, el “mientras no me
pase a mí, qué importa”, el “la violaron por vestirse provocativamente”, y una
larga lista de frases que puedo enunciar han fregado a México. El permitir que
despidan a alguien de su trabajo por haber ejercido su derecho a protestar o buscar
el respeto a alguna de sus garantías individuales, también ha jodido a México.
El que algunos presencien actos de corrupción por parte sus jefes y no
denunciar, también es parte de eso que ha hundido a México. El preferir dar la
mordida a pagar la multa, el comprar piratería, artículos robados, etc; son
acciones que han chingado al país. Somos cómplices de la pudrición de México.
Vivo
en un México que presenció el asesinato de Colosio, las muertes de Acteal, la
represión de Atenco o en Oaxaca, la impunidad del “Precioso” Marín, los más de
60 mil muertos de la guerra contra el narco y no hemos hecho mucho por buscar
la justicia.
Habito
un México donde el miedo sigue siendo el lev
motiv de esta ceguera. Preferimos fingir demencia, pues así estamos más
seguros. Convivo con muchos mexicanos a los que cada vez nos cuesta más
sobrevivir, sabemos dónde está el daño, pero decimos: “ni modo, no queda de
otra más que trabajar”; si, trabajar ganando sueldos míseros mientras el IVA
sube y el sueldo bien gracias, donde los gobiernos y las empresas se inventan
nuevas formas de encarecer la vida, pero ¡Vamos mexicanos, no queda de otra más
que trabajar!
Sobrevivo
en un México donde su Historia ha sido sepultada y olvidada; donde las ONG´S
–en su mayoría- ayudan al pueblo para evadir impuestos, donde los partidos
políticos hace mucho dejaron ver por los intereses del país, para dedicarse a
los propios; donde los Masones se han vuelto políticos de segunda, ya no
existen en sus filas mexicanos capaces de seguir la ruta trazada por personajes
como: Riva Palacio, Melchor Ocampo, Ignacio Ramírez, Madero, Juárez, Díaz,
“Tata” Cárdenas, etc., muchos de ellos con defectos ya plasmados en las líneas
de la Historia de México, pero eran capaces de morir en la raya por un país al
que amaban profundamente. De esta asociación a nivel mundial emergieron los
pensamientos que dieron pie a Independencias o Revoluciones ¿dónde están esos
pensadores en México? México no va a cambiar mientras no hagamos a un lado el
individualismo, mientras menospreciemos las expresiones ciudadanas, mientras no
busquemos el respeto a las garantías individuales de todos, mientras no
luchemos por una vida digna y mientras veamos al “otro” como un enemigo a
eliminar, dicho de otra forma: “de que me chingues tú a que te chingue yo,
mejor te chingo”. México no evolucionará hasta que no respetemos la
Constitución mexicana y hagamos respetarla a los dirigentes en el poder.
Creo
de corazón que #YoSoy132 es la esperanza que muchos tenemos para que “ahora sí
cambie México”, lo que no sé es si: ¿están listos ellos?, ¿estarán conscientes
que bajo ellos están albergadas miles de almas esperanzadas?, ¿serán capaces de
asumir esa responsabilidad? #YoSoy132 debe evolucionar a otro tipo de acciones
conjuntas a la marcha, como son: presionar para la aprobación de una segunda
vuelta electoral; ciudadanizar al IFE, donde los partidos opinen más no
decidan; democratizar los medios de comunicación; pelear por una verdadera
reforma electoral donde se acabe con la existencia de tantos partidos; etc.
Los
ciudadanos debemos cooperar con ellos, no dejarlos solos. Ya tenemos Atenco, el
68 o el 71; permitir otro sería un grave error como mexicanos.
Dejar
solos a los jóvenes del #YoSoy132 es abandonarnos y doblar las manos.
Creo
en México, creo que aún podemos hacer un cambio verdadero y que está en manos
de la ciudadanía.
Lo
último que nos pueden arrebatar es la esperanza. Ya hemos perdido muchas vidas
en el camino, hagamos que su ausencia valga la pena.
Con
amor.
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