6 de agosto de 2012

Carta abierta-(Sexenio-Puebla 23/07/12)


A cada uno de los mexicanos
A mi familia
A mis amigos
A mis amigos escritores
Al movimiento #YoSoy132
A los masones de México
A los héroes anónimos y a los que nos dieron Patria y Libertad
A ti

México es muchos “Méxicos”, eso lo sabíamos todos, algunos lo suponían. México es una suma de “Méxicos” divididos, soslayados, olvidados. Nuestra cronología histórica que venimos aprendiendo en la escuela nos lo repite: el México prehispánico, el México colonial, el México independiente, el México Juárez y una lista sinfín. El único México que registra la Historia como país unificado, como país existente, legitimado es el México después del nacimiento del PNR (ahora PRI). A partir de aquí, podemos considerarnos un país sólido, fuerte, unido. Un país que existe –parece afirmar la Historia- gracias a la visión de un partido, un partido que se instauró 70 años en el poder y a lo largo, de su bien llamada “dictadura perfecta”, heredó deudas, las matanzas del 68 y 71, fraudes electorales, desapariciones de personajes incómodos para la política mexicana, en fin. Ése México o “esos Méxicos” del cual todos debemos estar orgullosos, porque todos lo construimos. ¿Duele tal afirmación, no? Pero sí, todos somos culpables de que México esté en gran agonía.
Y voy a explicar por qué lo digo.
Cuando cursaba la secundaria, la curiosidad histórica me invadía fervientemente. Siempre me considere un chico disfuncional a mi generación, mientras unos escuchaban Maná yo ponía en mi radio a Fernando Delgadillo, Óscar Chávez o las primeras épocas decentes de El Tri; etc. Gracias a estos educadores me enteré de la existencia de la matanza del 2 de octubre de 1968. Quería saber por qué habían muerto en México un número indefinido de estudiantes a manos del ejército mexicano. Una maestra de aquellos años me respondió: no debemos de hablar de ese tema en clase, es una etapa triste para México, porque los jóvenes perdieron la brújula, se dejaron influenciar por ideas tontas, absurdas y obtuvieron su merecido: cárcel, golpes y unos cuantos la muerte; palabras más, palabras menos. Por supuesto, con el transcurrir de los años fui resolviendo mis dudas. El resultado sangriento y represivo del 68 es un hecho para consignar, exigir justicia; jamás para avergonzarse. Fueron jóvenes que miraron más allá de sí mismos y buscaban un futuro mejor. Víctimas de sus propios sueños y de su amor por México.
Sin embargo, el 68 no es más que una anécdota un episodio –aunque trágico y triste- bello en la Historia de México. Siempre aseguré -con amigos, familiares y los pocos alumnos que llegué a tener- que con la matanza del 68 se habían muerto más cosas: las ganas de luchar por una idea y había nacido un conformista: “para qué si nunca pasa nada” alimentado de mucho miedo, pues ya se sabía cuáles eran las consecuencias.
Delgadillo, dice en Evoluciones: “Como ha hecho falta en estos días/ un capitán, un héroe, una señal.” Toda sociedad lo necesita, todo movimiento también. Ahí tienen a Zapata, Villa, Morelos, los Serdán, Madero, Ernesto “Che” Guevara, en fin. A veces la sociedad ha necesitado alguien que guíe a esos desolados, a esos abandonados, a esos dolidos que a los gobiernos nunca les ha interesado. México y la izquierda –inexistente, hasta hace unos años en México- parece haber encontrado a ese guía: Andrés Manuel López Obrador (AMLO), tan controversial para cualquiera: lo amas o lo odias. En torno a este personaje han pasado un sinfín de marchas: la del desafuero, sus mítines electorales para la campaña del 2006, luego las marchas del VotoxVoto, la acampada en las calles del DF, su reciente campaña del 2012; etc. AMLO representó en 2006 mi primera elección presidencial, mi primera tristeza electoral y el nacimiento de una llama que arde y que duele al mismo tiempo. Vi movilizaciones, vi tanta gente entregada con amor y sinceridad que era imposible negarse a ser parte de “ese algo”. Pasó lo que ya todos sabemos y en mí quedó una tristeza y recordé aquél: “para qué si nunca pasa nada”. Perdí las esperanzas en muchas cosas.
Se vinieron las elecciones recientes, mi votó estaba completamente definido. Pero era un voto con una esperanza inundada de tristeza. Algo en mí decía: vota, pero nuevamente la robarán. Empero algo cambió las cosas, un hecho hizo que renaciera algo en mí, un acontecimiento logró que volviera a creer en México. El 11 de mayo y con ello el nacimiento del #YoSoy132. No todo está perdido, me dije.
Han pasado ya un par de meses y ya todos sabemos qué está pasando en México. No necesito ahondar en ello.
#YoSoy132 vino a poner a debate y a juicio todo aquello que sabíamos y nunca cuestionamos con firmeza, por miedo, conformismo o valemadrismo. #YoSoy132 ha sido el punto de encuentro de Universidades que el “status quo” había rivalizado. #YoSoy132 es el espacio que alberga a aquellos que no sabían dónde mostrar su indignación. #YoSoy132 es el lugar donde convergen familias enteras y salen a protestar por un México mejor. #YoSoy132 ha logrado, quizá sin proponérselo, unir a esos “Méxicos”. #YoSoy132 es la señal que este país estaba realmente buscando, porque es ciudadano, porque sí congenia en caminos con AMLO, pero es plural y también caben los panistas y los priístas que no están ciegos; porque -aquí- caben aquellos que siente amor por México.
Pero #YoSoy132, aunque da orgullo saber que los jóvenes no se callan y hacen acto de presencia, no debería existir. #YoSoy132 es el resultado de ése México que nunca alzó la voz por miedo, por conformismo o porque no había tiempo para hacerlo. #YoSoy132 es producto de haber permitido tantos fraudes, tantas devaluaciones, tantas injusticias. #YoSoy132 es la conglomeración de tantos males que sabíamos ahí estaban y nunca pugnamos por su resolución.
No creo que exista disculpa alguna o pero que valga. México se jodió porque mi generación, la de mis primos, la de mis tíos, la de mis padres y la de mis abuelos lo permitieron. Ciertamente, dirán: era protestar o llevar alimento y sustento a la casa. ¿Cuántas veces no oímos y vimos de los cacerolazos en Argentina o de las marchas? Algunas eran de noche, porque precisamente no podían dejar de trabajar. El presenciar un asalto y no hacer nada es parte de esos miles de daños, el  “mientras no me pase a mí, qué importa”, el “la violaron por vestirse provocativamente”, y una larga lista de frases que puedo enunciar han fregado a México. El permitir que despidan a alguien de su trabajo por haber ejercido su derecho a protestar o buscar el respeto a alguna de sus garantías individuales, también ha jodido a México. El que algunos presencien actos de corrupción por parte sus jefes y no denunciar, también es parte de eso que ha hundido a México. El preferir dar la mordida a pagar la multa, el comprar piratería, artículos robados, etc; son acciones que han chingado al país. Somos cómplices de la pudrición de México.
Vivo en un México que presenció el asesinato de Colosio, las muertes de Acteal, la represión de Atenco o en Oaxaca, la impunidad del “Precioso” Marín, los más de 60 mil muertos de la guerra contra el narco y no hemos hecho mucho por buscar la justicia.
Habito un México donde el miedo sigue siendo el lev motiv de esta ceguera. Preferimos fingir demencia, pues así estamos más seguros. Convivo con muchos mexicanos a los que cada vez nos cuesta más sobrevivir, sabemos dónde está el daño, pero decimos: “ni modo, no queda de otra más que trabajar”; si, trabajar ganando sueldos míseros mientras el IVA sube y el sueldo bien gracias, donde los gobiernos y las empresas se inventan nuevas formas de encarecer la vida, pero ¡Vamos mexicanos, no queda de otra más que trabajar!
Sobrevivo en un México donde su Historia ha sido sepultada y olvidada; donde las ONG´S –en su mayoría- ayudan al pueblo para evadir impuestos, donde los partidos políticos hace mucho dejaron ver por los intereses del país, para dedicarse a los propios; donde los Masones se han vuelto políticos de segunda, ya no existen en sus filas mexicanos capaces de seguir la ruta trazada por personajes como: Riva Palacio, Melchor Ocampo, Ignacio Ramírez, Madero, Juárez, Díaz, “Tata” Cárdenas, etc., muchos de ellos con defectos ya plasmados en las líneas de la Historia de México, pero eran capaces de morir en la raya por un país al que amaban profundamente. De esta asociación a nivel mundial emergieron los pensamientos que dieron pie a Independencias o Revoluciones ¿dónde están esos pensadores en México? México no va a cambiar mientras no hagamos a un lado el individualismo, mientras menospreciemos las expresiones ciudadanas, mientras no busquemos el respeto a las garantías individuales de todos, mientras no luchemos por una vida digna y mientras veamos al “otro” como un enemigo a eliminar, dicho de otra forma: “de que me chingues tú a que te chingue yo, mejor te chingo”. México no evolucionará hasta que no respetemos la Constitución mexicana y hagamos respetarla a los dirigentes en el poder.
Creo de corazón que #YoSoy132 es la esperanza que muchos tenemos para que “ahora sí cambie México”, lo que no sé es si: ¿están listos ellos?, ¿estarán conscientes que bajo ellos están albergadas miles de almas esperanzadas?, ¿serán capaces de asumir esa responsabilidad? #YoSoy132 debe evolucionar a otro tipo de acciones conjuntas a la marcha, como son: presionar para la aprobación de una segunda vuelta electoral; ciudadanizar al IFE, donde los partidos opinen más no decidan; democratizar los medios de comunicación; pelear por una verdadera reforma electoral donde se acabe con la existencia de tantos partidos; etc.
Los ciudadanos debemos cooperar con ellos, no dejarlos solos. Ya tenemos Atenco, el 68 o el 71; permitir otro sería un grave error como mexicanos.
Dejar solos a los jóvenes del #YoSoy132 es abandonarnos y doblar las manos.
Creo en México, creo que aún podemos hacer un cambio verdadero y que está en manos de la ciudadanía.
Lo último que nos pueden arrebatar es la esperanza. Ya hemos perdido muchas vidas en el camino, hagamos que su ausencia valga la pena.
Con amor.

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