Muchas veces se ha repetido –hablando de literatura- que ya todo está
dicho. No hay nada nuevo que contar, afirman. Que la innovación vendrá en el
cómo se cuenta una historia, difícilmente en el qué. Sin embargo, hay novelas
capaces de tumbar cualquier afirmación o teoría.
El cielo árido (ganadora del XXVIII Premio Jaén de Novela) de
Emiliano Monge es una de esas novelas que vienen a recordarnos que aún faltan
muchos qué y demasiados cómo por descubrir.
El cielo árido cuenta la vida de Germán Alcántara Carnero,
quien a lo largo de la novela se llamará: Nuestrombre, Quienasciende, Elquetiembla,
etc. Nombres que aparecerán según el
momento que se esté contando, nombres que servirán para darle fuerza a los
hechos que marcaron y cambiaron para siempre a Germán Alcántara Carnero.
También es la historia de la Meseta Madre Buena y de cada uno de los
co-protagonistas de la historia: Will David Glover, Anne Lucretius Ford, Camilo
Mónico el Demónico Macías Osorio, entre otros. Todos ellos son mártires de las
decisiones de Germán Alcántara Carnero, quien a su vez es víctima de la soledad, el rencor, el odio y de un pasado
que constantemente lo persigue para recordarle quién es y de dónde proviene,
donde la lealtad –quizá- es lo único que une a Germán Alcántara con el mundo.
La historia de Germán Alcántara Carnero ha sido fragmentada, pues no importa el
todo, sino los múltiples por qué de la vida del protagonista de la historia,
como son: el nacimiento de su primogénito enfermo, la desaparición de su
hermana, el enfrentamiento con su padre, el encañonarse asimismo un arma, el
soportar ver cómo sus perros mueren quemados o el contemplar el asesinato de un
hombre.
El cielo árido es la historia de un ser común y corriente que
actúa según sus entrañas se lo piden.
El cielo árido de Monge es una novela que convive con varias
tradiciones o escuelas literarias. La fragmentación de la historia guarda un
diálogo muy cercano con Faulkner y su ¡Absalón,
Absalón!; el humor y el trato de los personajes remiten al querido Daniel
Sada y sus paisajes; y los personajes, casi fantasmales podría asegurar que son
herencia directa de Rulfo.
El cielo árido es una novela compleja, donde el lector puede
quedar atrapado por la historia o ser botado por su estructura y estilo
narrativo.
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