Ignacio Padilla –una de las voces más reconocidas de la generación del Crack- publicó,
recientemente, bajo el sello editorial Páginas de espuma: Los reflejos y la escarcha; tercera entrega cuentística de la serie
Micropedia (Las antípodas y el siglo,
y El androide y las quimeras).
A Padilla, desde hace 15 años, le ha preocupado la falta de una
verdadera unidad temática a la hora de publicar un libro de cuentos. Los libros
que se han editado sobre este género literario, en su mayoría, son un tipo de
antología o una reunión de cuentos sin ton ni son. Pocos son los libros que
gozan de un verdadero vaso comunicante.
En Los reflejos y la escarcha,
Padilla recurre a las figuras de la hermandad, cofradía o camaradería para
retratar la parte oscura, malvada y fratricida que conlleva tener un hermano
por naturaleza o elección personal.
Aquí todo cabe, no hay tema imposible para Padilla. Desde la pasión
-casi diocesana- que genera en un poblado la existencia de un pollo sin cabeza
que anda de gira por diversos pueblos y por un descuido de sus amos mure
intempestivamente; hasta la historia de cómo un siamés hace todo lo posible por
deshacerse de su hermano. La alegría y tristeza que una hermana siente al
encontrar –muchos años después- a su hermano, quien ha sobrevivido gracias a
una máquina y hace todo lo posible por re-educarlo, pues su proceder es lo más
semejante a un robot. Hermanos que se relacionan sexualmente, familias dónde el
negocio obligará a que se maten entre sí y la historia fundacional de una
ciudad que está llena de misteriosas muertes y triunfos dudosos. Historias que
son contadas con una narrativa fina. Relatos que contienen un humor que va de
lo cruel a lo absurdo, sin dejar de un lado la ironía; Padilla reúne doce
cuentos que atrapan, entretienen y hasta logran causar un cierto tipo de
repulsión.
No toda hermandad o amistad es positiva, a veces hay un lado maldito que
terminará por enterrar los buenos momentos; impresiones que el lector podría
llevarse al leer esto cuentos.
Los reflejos y la escarcha es un libro breve, certero y que deja con
ganas de leer la cuarta entrega.
Ignacio Padilla es el cuentista mexicano más españolizado en su
escritura y viceversa. Lo que facilita su acceso en el mercado español, porque
a pesar de la gran calidad narrativa que inunda al continente americano; aún
–en algunos casos- es necesario ser impulsado desde España para cubrir mayor
mercado editorial.
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