Cuando empecé a colaborar en las páginas de El Columnista con mi columna semanal: “El guardián del diván”, uno de mis primeros tenía como fin conmemorar los 70 años de vida del ubicuo Monsi. Quién diría que, hoy, me encontraría escribiendo un texto para invitar a ustedes, los lectores, a que no lo olviden, pues desde el sábado pasado se ha convertido en el colaborador y cronista de un más allá.
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Monsi en vida fue cronista, narrador, ensayista y periodista, ah claro, ¡coleccionista por más de 30 años! de diversos objetos como alcancías, calendarios, luchadores, comics, maquetas, álbumes y de obras de diversos autores reconocidos: Claudio Linati, José Guadalupe Posada, Andrés Audiffred, Constantino Escalante, Ernesto García Cabral, Leopoldo Méndez, Abel Quezada, Ríus, Teodoro Torres, Roberto Ruíz, Teresa Nava, Francisco Toledo y Nacho López, vaya hasta gatos llego a coleccionar nuestro prolífico e indispensable autor. Liberal en su ideología.
Monsi en vida fue cronista, narrador, ensayista y periodista, ah claro, ¡coleccionista por más de 30 años! de diversos objetos como alcancías, calendarios, luchadores, comics, maquetas, álbumes y de obras de diversos autores reconocidos: Claudio Linati, José Guadalupe Posada, Andrés Audiffred, Constantino Escalante, Ernesto García Cabral, Leopoldo Méndez, Abel Quezada, Ríus, Teodoro Torres, Roberto Ruíz, Teresa Nava, Francisco Toledo y Nacho López, vaya hasta gatos llego a coleccionar nuestro prolífico e indispensable autor. Liberal en su ideología.
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Pero ¿realmente hemos perdido a Monsiváis? A Monsi, como le dicen sus lectores y amigos con cariño, sólo dejaremos de verlo constantemente. Sus opiniones ya escritas, ya televisivas, ya radiofónicas son las que no volveremos a ver. Pero a Monsi no lo hemos perdido, al contrario, a partir de su muerte hemos obtenido la vitalidad eterna de su palabra. Fuentes lo dijo de mejor manera: "No hemos perdido a Carlos Monsiváis; un escritor no se muere porque deja una obra. No se pierde a Monsiváis: se ha ganado a Monsiváis para siempre". Probablemente extrañaremos su apunte crítico en el momento preciso, otros sentirán un gran vacío al ya no volver a verlo caminar por las calles del DF en busca de alguna cosa coleccionable y desde luego, como señaló Elenita unos más, sus allegados, extrañarán sus llamadas. Empero, nos queda mucho más de lo que creemos.
Pero ¿realmente hemos perdido a Monsiváis? A Monsi, como le dicen sus lectores y amigos con cariño, sólo dejaremos de verlo constantemente. Sus opiniones ya escritas, ya televisivas, ya radiofónicas son las que no volveremos a ver. Pero a Monsi no lo hemos perdido, al contrario, a partir de su muerte hemos obtenido la vitalidad eterna de su palabra. Fuentes lo dijo de mejor manera: "No hemos perdido a Carlos Monsiváis; un escritor no se muere porque deja una obra. No se pierde a Monsiváis: se ha ganado a Monsiváis para siempre". Probablemente extrañaremos su apunte crítico en el momento preciso, otros sentirán un gran vacío al ya no volver a verlo caminar por las calles del DF en busca de alguna cosa coleccionable y desde luego, como señaló Elenita unos más, sus allegados, extrañarán sus llamadas. Empero, nos queda mucho más de lo que creemos.
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¿Qué nos queda? Desde luego su imprescindible obra, la cual debemos releerla y leerla para aquellos que no han tenido la oportunidad de acercarse a sus diversos ensayos y crónicas. Quizá nuestra responsabilidad más importante, para los que ya leímos parte de su obra, es la de convidar y apasionar a las nuevas generaciones para que se acerquen a todo lo escrito por Monsi. Obra que se caracterizó por ser variopinta pues fue capaz de hablar de varios temas como la “Familia Burrón, María Félix, José Revueltas, Salvador Novo, Raúl Velasco, y hasta de Hugo Sánchez. Monsiváis Aceves, inconmensurablemente rebelde sin tapujos; tremendamente irónico y contestatario, se atrevió a polemizar con la “gran caca literaria” que es Octavio Paz. Pues a diferencia del autor del “Laberinto de la soledad”, el Pikachu mexicano (denominado así por Ana del Sarto en la “Revuelta” número 5”) fue sencillo, simpático, nada odioso, hubiera sido imposible no simpatizar con él, aunque sea una vez. Definidor de lo mexicano. Todólogo. Hagiógrafo. Ironista. Utopista. Populachero. Autor hecho en México de y para el pueblo. Autor que en vida estuvo fue un constante luchador social, casado con la izquierda pensante, y no con la vociferante. Etapa que algunos pudimos conocer ya sea a través de la breve crónica que Pitol, su eterno amigo, nos ofrece en “El arte de la fuga” de un joven Carlos repartiendo volantes en solidaridad con Guatemala o que, como yo, algunos pudimos verlo apoyar a AMLO en el zócalo capitalino pidiendo el “Voto x Voto, Casilla x Casilla “, causa de la cual supo mantener su distancia y ejercer la crítica debida cuando los caminos se desvirtuaron al tomar las calles del DF.
¿Qué nos queda? Desde luego su imprescindible obra, la cual debemos releerla y leerla para aquellos que no han tenido la oportunidad de acercarse a sus diversos ensayos y crónicas. Quizá nuestra responsabilidad más importante, para los que ya leímos parte de su obra, es la de convidar y apasionar a las nuevas generaciones para que se acerquen a todo lo escrito por Monsi. Obra que se caracterizó por ser variopinta pues fue capaz de hablar de varios temas como la “Familia Burrón, María Félix, José Revueltas, Salvador Novo, Raúl Velasco, y hasta de Hugo Sánchez. Monsiváis Aceves, inconmensurablemente rebelde sin tapujos; tremendamente irónico y contestatario, se atrevió a polemizar con la “gran caca literaria” que es Octavio Paz. Pues a diferencia del autor del “Laberinto de la soledad”, el Pikachu mexicano (denominado así por Ana del Sarto en la “Revuelta” número 5”) fue sencillo, simpático, nada odioso, hubiera sido imposible no simpatizar con él, aunque sea una vez. Definidor de lo mexicano. Todólogo. Hagiógrafo. Ironista. Utopista. Populachero. Autor hecho en México de y para el pueblo. Autor que en vida estuvo fue un constante luchador social, casado con la izquierda pensante, y no con la vociferante. Etapa que algunos pudimos conocer ya sea a través de la breve crónica que Pitol, su eterno amigo, nos ofrece en “El arte de la fuga” de un joven Carlos repartiendo volantes en solidaridad con Guatemala o que, como yo, algunos pudimos verlo apoyar a AMLO en el zócalo capitalino pidiendo el “Voto x Voto, Casilla x Casilla “, causa de la cual supo mantener su distancia y ejercer la crítica debida cuando los caminos se desvirtuaron al tomar las calles del DF.
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Sin duda, hacer que otros se acerquen a Monsi, no será una tarea tan complicada, pues Monsi quiso educar a su pueblo. Un México que si no fuera por la voz de Monsi no habría enterado de la condición de las diversas minorías sociales que lo conforman, las cuales defendió con ahínco. Un México que si no fuera por la pluma de Monsi, seguiría sin saber el por qué y el cómo se ha ido configurando el nuevo México.
Sin duda, hacer que otros se acerquen a Monsi, no será una tarea tan complicada, pues Monsi quiso educar a su pueblo. Un México que si no fuera por la voz de Monsi no habría enterado de la condición de las diversas minorías sociales que lo conforman, las cuales defendió con ahínco. Un México que si no fuera por la pluma de Monsi, seguiría sin saber el por qué y el cómo se ha ido configurando el nuevo México.
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