A inicios de la semana pasada, mientras me encontraba detallando el segundo capítulo de mi tesis sobre el ciclo poético Bronwyn de Cirlot, me enteré de la muerte de Antoni Tàpies.
Para muchos Antoni Tàpies fue pintor, escultor y teórico del arte; para otros más fue el artista que expuso en instituciones como el MoMA y el Guggenheim de Nueva York, la Serpentine Gallery de Londres, la Neue Nationalgalerie de Berlín, el Centre Pompidou de París o el Museo Reina Sofía de Madrid, entre otros muchos y quizá, para unos más, los más conocedores del tema Tàpies es uno de los grandes referentes mundiales de la pintura del siglo XX y en concreto del arte abstracto de posguerra.
Para mí, gracias a Cirlot y el conocimiento que estoy teniendo de su poesía, Tàpies fue uno de los tantos miembros del grupo Dau al set, según Clara Janés, es “un grupo de carácter revolucionario –uno de los primeros movimientos de la posguerra española- respecto a las corrientes que predominaban en la España de aquellos años, que entroncaba con los movimientos de vanguardistas surgidos antes de la guerra y cuyos intereses por el surrealismo estético, la música alemana de vanguardia, la magia y el esoterismo, se identifican con los del propio Cirlot”. El nombre de Dau al Set -según Ángeles García- se traduce como: “`la séptima cara del dado´. Lo formaban el poeta Joan Brossa, el filósofo Arnau Puig, los pintores Joan Ponç, Modest Cuixart y Joan-Josep Tharrats, el teórico editor Juan Eduardo Cirlot y [hoy fallecido] Tàpies”.
Del 19 de septiembre al 17 de noviembre de 1996 se realizó en España una exposición llamada Mundo de Juan Eduardo Cirlot, gracias al atino de Juan Manuel Bonet (director del Instituto Valenciano de Arte Moderno, IVAM). Posteriormente se publicó el catálogo de la exposición. Dentro de este catálogo se encuentra el artículo: La pintura de Antoni Tàpies, texto realizado exprofeso por Juan Eduardo Cirlot para el catálogo de la exposición realizada en las Galerías Layetanas en 1950.
A continuación con Cirlot y la forma en que define el arte realizada por Tàpies:
(…) Antoni Tàpies busca en la tapa de sus telas los agujeros por los que el humo del misterio sangra lentamente. Aplica allá la hechicería que brota de los tubos de colores y va confabulando con la misma precisión que sus remotos padres la angustia y el éxtasis de sentirse vivo en el mundo vivo, creciendo entre cosas que crecen, que propagan sus hambres y sus procedimientos, sus extensiones y su duración abierta en estrellas, en espigas, en uñas y garras, en pelo y llamas o dimensiones establecidas por métodos elementales. Los sucesos particulares de la vida de Antoni Tàpies no importan nada, como no importan tampoco los orígenes de los trucos que le mago despliega entre nuestra mirada. De manera que debemos olvidar su procedencia ibérica, su raíz catalana (lugar del más apasionado románico, de las influencias moras, persas y fenicias, de la aparición eruptiva de Gaudí, Dalí y Miró) para mirar solamente el resultado de la serie de pinturas. (…) Antoni Tàpies cree además en el principio filosófico que establece la unidad verdadera de todo lo análogo (isomorfismo) y por ello sus puntos son centros, sus líneas direcciones, sus ramajes crecimientos y el conjunto de sus obras una vasta ontología en la que el ser aparece, se disgrega, se destroza a sí mismo por amor en sus apariciones (fantasmas de imágenes), volviendo finalmente a caer en sí mismo, a través del doble milagro de los objetos (cosas en sí) y del vacío (emisión incomprensible, potencial) del ser” (…). Su creación ha logrado ya la síntesis que evidencia el tránsito de una sinergia heterogénea (aspiración, influencias, presentimientos, dirección; etc.) a la de una formulación puramente autóctona.
Dau al Set es un movimiento de vanguardia que durante mi carrera de licenciatura jamás oí nombrar. Qué tristeza.
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