Nuevamente Ignacio Padilla vuelve a ser noticia o mejor dicho, ya se está volviendo costumbre oír su nombre al lado de algún premio literario.
Recientemente ha salido a la luz su más reciente novela: El daño no es de ayer, la cual viene acompañada del premio La Otra Orilla 2011; convocado por la editorial Norma y la Asociación para la Promoción de las Artes de Cali. El jurado de este premio estuvo conformado por el argentino Horacio Vázquez-Rial, el colombiano Juan Gossaín y el español Pere Sureda. Tristemente esta novela es la última -de corte literario- que se publica bajo este sello, por ende este es el último premio que se otorga, quedándose tan sólo en 7 ediciones.
Finalista entre 468 obras recibida, El daño no es de ayer marca el regreso de Ignacio Padilla al género de la novela, pues por un tiempo se dedicó a la publicación de ensayos, cuentos y cuentos infantiles.
Con una prosa fluida y una estructura que juega y busca confundir, Padilla cuenta la historia de un veterano del Frente del Pacífico que se dedica a ser reportero, quien viaja a un pueblo desértico –casi el infierno-: San Damián, donde un cura le cuenta la historia de los gigantescos hermanos Ramson y su enorme perro negro, los cuales fueron devorados por un Rolls-Royce sepultado en la arena. Ahí, nuestro narrador se encuentra cerca del pueblo con el comisario Srb, quien persigue a un mutilador de meñiques mientras le cuenta le romance entre una solterona espiritista y un ingeniero militar que soñaba con inventar un motor perpetuo capaz de desafiar los designios del creador. Cada historia es parte de una Historia, donde las conspiraciones de sociedades secretas por controlar el mundo, así como la sensación de pertenecer a un algo que cambiara o transformara lo conocido, al igual que esa extraña sensación de sentirse vigilado y/o perseguido; tienen cabida en esta novela donde el autor logra mezclar de forma irreverente la fantasía, el western y lo policiaco y/o detectivesco.
Al igual que en La gruta del toscano, Padilla inyecta en esta novela una fuerte carga de humor para contar una historia simple en apariencia, pero que en profundidad es una amplia crítica a la situación actual: la pérdida de la espiritualidad y la falta de credibilidad en el otro. De igual forma, es una burla a la extraña moda que existe en el mundo literario de publicar historias sobre conspiraciones que buscan dominar el mundo.
El daño de ayer es una novela juguetona, arriesgada que atrapa, seduce y divierte; que busca perder al lector en su búsqueda por encontrar la coherencia del texto. Pues, quizá, para encontrar la verdad es necesario perderse.
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