30 de abril de 2012

El arte de escribir, según Wharton-(Sexenio-Puebla 16/04/12)


La teoría literaria suele ser un camino muy espino y quienes se dedican a ella no siempre son didácticos a la hora de escribirla. Pasa lo mismo con los críticos literarios, suelen ser muy atinados para desmenuzar una obra de ficción, pero no son tan asertivos al construir la propia.

Pocos escritores se animan a compartir el cómo de su arquitectura narrativa, aunque si hay muchos que además de escribir obras ficcionarias, ejercen una crítica de la obra de sus autores favoritos; y desde luego muy pocos logran tener una amplia congruencia y consistencia tanto en lo criticado, como en su propia pluma. Sergio Pitol es de los pocos escritores que se ha dedicado a crear una obra narrativa muy consistente y concisa, así como una fina y dura crítica a la arquitectura narrativa de diversos escritores. Ambas forman un binomio importante de su obra.

La aventura por el mundo de lectura –pienso- debe ser siempre un ejercicio de constantes descubrimientos.

Recientemente ha llegado a mí “Escribir ficción” de Edith Wharton, un libro por demás sorprendente. Mencionado libro recopila una serie de artículos publicados por la escritora en la revista Scribner’s entre 1924 y 1925, donde la escritora vierte su visión particular sobre lo que significa dedicarse al arte de escribir. A lo largo de cuatro capítulos y de manera muy didáctica, Wharton hace comparaciones claras entre el cuento y la novela, donde explica que el escritor jamás deberá influir en la extensión de la obra, más bien el tema será el encargado de dictaminar la extensión. Otro de los temas importantes es la construcción del personaje y la situación; aquí el escritor si debe tener mayor responsabilidad, pues deberá saber con exactitud todo acerca de sus personajes, sin embargo nunca deberá entrometerse en el desarrollo de los mismos, los personajes deberán crecer conforme mejor les convengan. Donde el escritor deberá intervenir más es en el desarrollo de la situación, pues afirma que la situación no deberá salirse del tema y buscar que dicha sea atractiva para el lector.

Todas las reflexiones realizadas por Wharton se acompañan o se fundamentan con la comparación y ejemplificación de algunas obras de escritores como Dostoievski, Goethe, Dickens, James; entre otros. Proust es un escritor demasiado importante para Wharton, por ello dedica un apartado especial para hablar de su obra, a quien pone como uno de los mejores ejemplos del arte de escribir ficción.

Un libro agradable para su lectura y que debería formar parte de la bibliografía obligada de los estudiantes de literatura, pues los conocimientos vertidos por Wharton siguen siendo vigentes.

Edith Wharton fue la primera escritora mujer en recibir el Premio Pulitzer (1920) por su obra  “La edad de la inocencia” que junto con las novelas “La casa de la alegría” y “Las costumbres del país” forman la trilogía: “Vieja Nueva York”. Fue alumna y posteriormente amiga de Henry James.

Una escritora a la que vale la pena acercarse, sin duda.

16 de abril de 2012

Del amor de un humano por una liebre-(Sexenio-Puebla 02/04/12)

¿Se imaginan a un hombre cualquiera recorriendo un país entero, teniendo como compañera de viaje a una liebre? ¿Conciben una novela capaz de retratar el amor que un ser humano puede sentir por un animal? Arto Paasilinna lo hace posible en su reciente novela: El año de la liebre (Anagrama, 2011).

Vetanen es un periodista que está cansado de su trabajo, de su esposa y de la rutina que lleva su vida. El periódico para el que trabaja lo ha mandando a cumplir una misión, al lado de un compañero; ya de regreso en la carretera atropellan a una liebre, provocando que Vetanen baje en busca del animal para auxiliarlo, contrariando a lo que su colega le pidió, al no recibir éste respuesta alguna de Vetanen, decide abandonarlo. Una noche en el campo, al lado de la liebre, será suficiente para tomar el valor suficiente y desprenderse de todo aquello que lo tiene infeliz: su esposa y el trabajo. Decisión que cambiará el resto de sus días. A partir de aquí, Vetanen y la liebre viven una serie de inhóspitas aventuras, recorriendo toda Finlandia. Juntos reconstruyen y habitan pequeñas casas que sirven como refugio para cazadores, combaten incendios forestales, venden ilegalmente un botín de guerra alemán, cazan a un oso junto a una comitiva del Ministerio de Asuntos Exteriores de Finlandia sin éxito alguno, y cruzan la frontera existente entre Finlandia y la Unión Soviética cazando a un oso que los atacó.

El año de la liebre posee una narrativa ligera, pero precisa y es contada al más puro estilo de una fábula; donde el lector se reirá, se enojará y se conmoverá a ratos con las vivencias que protagonizan Vetanen y la liebre al enfrentarse a ciertos acontecimientos, donde se plasma la crueldad que caracteriza a los citadinos y la nobleza propia de los habitantes del campo. Novela que retrata la búsqueda de la libertad, la cual Vetanen vivirá apasionadamente y luchará por ella contra cualquier obstáculo que quiera arrebatársela.

El año de la liebre se considera -en tierras nórdicas- fundadora de un nuevo género: la novela humorístico-ecológica. Arto Paasilinna es autor de otras novelas como El molinero aullador, El bosque de los zorros, Delicioso suicidio en grupo y El mejor amigo del oso.

Hay pocas novelas con personajes, relativamente sencillos, que logran atrapar al lector y darle una gran fortaleza narrativa a la misma, que agrada por su sencillez narrativa; El año de la liebre es una de ésas novelas. Habrá que seguir leyéndolo.

Obituario literario

Si la muerte de Antonio Tabucchi -sufrida el pasado 25 de marzo- no fuera suficiente; nuevamente la literatura se llena de luto, el pasado fin de semana se informó del asesinato del poeta y traductor Guillermo Fernández. En este mismo fin de semana, Omar Calabrese murió a los 62 años.

Descansen en paz y a leerlos, mejor homenaje no pueden recibir.

2 de abril de 2012

Sobre las generaciones literarias de Puebla-(Sexenio-Puebla 27/03/12)

Los rumores literarios y poéticos han provocado temblores en Puebla, hace años leí este texto en un evento literario en el extinto FIP (Festival Internacional de Puebla), gracias a la invitación de Gerardo Oviedo.

Considero preciso recordarlo.

0. En Puebla no existen generaciones de escritores, existen grupúsculos literarios que devienen en pequeñas escuelitas que piensan conforme sus maestros desean que lo hagan. Se ha acabado la autonomía del pensamiento y hemos abrazado a las escuelas dictatoriales.

1. La literatura hecha en Puebla carece de posturas públicas, artísticas y políticas, en cambio está llena de vedetismo.

2. Los talleres literarios con las pequeñas glorias locales, rara vez podrán aspirar a la proyección nacional, su lugar está asegurado en alguna editorial como Lunarena, Ediciones BUAP y similares.

3. Los escritores poblanos son todo menos eso, escritores. Han dejado de buscar la obra que los defina y prefirieron optar por la persecución del hueso cultural; contradictoriamente en la prensa escrita y radiofónica se dedican a develar todos los defectos del pesebre que les da de comer. A un lado han dejado la propuesta y se dedican a la calumnia como deporte local y popular.

4. Dos mandamientos parecen permear en los grupos literarios: odiarás al otro grupo por sobre todas las cosas y criticarás a capa y espada a toda aquél que apueste por la publicación en editoriales transnacionales. Pareciera que la verdad que buscan proclamar, es que los escritores que publican en y para Puebla son los que valen la pena ser leídos, los otros no.

5. Dudarás de todo aquél que gané un premio literario, si es tu amigo o parte del grupúsculo lo aplaudirás por sobre todas las cosas.

6. Cada escritor suele moverse por la conveniencia o la obligación. Todos padecen de la contradicción y aquellos que cuentan con una postura improstituible, son tachados con adjetivos discriminatorios.

7. Cada editorial poblana suele crearse para publicar a aquellos autores que no han sido aceptados por las editoriales de peso a nivel nacional. Mientras en las editoriales nacionales el filtro pareciera ser de calidad, en las locales la amistad es un factor estético y crítico importante.

8. Las revistas y/o suplementos literarios en Puebla se han creado para darle espacio a aquellos que no están metidos dentro de este mundillo. Aunque la calidad estética se sacrifique en pro de la difusión.

9. Serás digno de publicar, siempre y cuando muestres fidelidad al grupo que te apadrina. Sin padrino, no eres nadie.

10. Ha ocurrido lo que más se temían otros escritores y lo que menos quisieron aceptar los escritores locales: la Literatura murió y la mataron cada uno de ellos. La mataron con sus excesivos paternalismos, con su terquedad por superar a Borges, Cortázar, Pitol, Fuentes y compañía, con su excesiva necesidad por acabar con el otro y su literatura.

11. El problema de la literatura hecha en Puebla, quizá lo resuma bien Cortázar: “Lo que pasa es que se creen sabios -dice de golpe-. Se creen sabios porque han juntado un montón de libros y se los han comido. Me da risa, porque en realidad son buenos muchachos y viven convencidos de que lo que estudian y lo que hacen son cosas muy difíciles y profundas[1]”.

A mí me parece risible la indignación en casos como el de Sealtiel Alatriste o las críticas a los supuestos grupos existentes en cada colonia, facultad, ciudad, estado y país; siempre han existido los grupos sino pregúntenle a Octavio Paz y todo su grupo de Vuelta, ahora Letras Libres.

Aún más deprimente me parece que existan críticos reconocidos que en lugar de desmenuzar la pobreza literaria de una obra, se dediquen a atacar al personaje.

Tal vez, la literatura no está en las novelas ni en los poemas. Probablemente la única literatura habite en las columnas contestatarias, en las reseñas pseudocríticas o en los supuestos artículos de opinión.

Más tristeza da saber, que los pocos intelectuales existentes se dediquen soltar pestes contra los escritores que no comulgan con su misma ideología.

Así el mundo en la república de las letras.



[1] Cortázar, Julio. Cuentos Completos. Punto de lectura. Buenos Aires. 2007. Cuento: El perseguidor. Página 328. Tomo I.