11 de junio de 2013

Fey: entre la alegría y el recuerdo-(Sexenio-Puebla 03/06/13)

 I
Corría el año de 1997 y cursaba el sexto de primaria. La Feria de Puebla anunciaba la presencia de Fey en Puebla.
Moría por ir y acabé llevando a mi primo Manolo Bonilla (tenía 8 años, en ese entonces). Un teatro al aire libre, ubicado en el parque Rafaela Padilla, funcionaba como el Teatro del Pueblo; en una de las entradas nos encontraríamos con otros primos míos. Nunca dimos con ellos. Así que mi primo y yo nos formamos para lograr entrar. Con ayuda de otras personas y un poco de astucia, logramos ingresar al foro sin pena y con mucha gloria. El concierto que daría Fey era parte del tour Tierna la noche. Fue grandioso, lo disfrutamos. Al salir, nos encontramos a nuestros respectivos padres con cara de espantados, habían escuchado en la radio que la entrada al concierto estuvo llena de accidentados y como buenos padres pensaron lo peor. Para su tranquilidad estábamos intactos y felices.
Fue un concierto que marcó mi vida.
Fey fue mi primera novia “platónica”, compré todas las revistas en las que llegó a salir como portada, incluso el champú que sacó a la venta. Objetos que aún guardo con mucho cariño. Recuerdo como me daba envidia el niño que salía con ella en el video de Gatos en el balcón.
Fey también fue un buen pretexto para cimentar mi amistad con Ingo Escutia Kobe, un amigo de esos que dan color y sentido a la vida.
Fey llegó para quedarse en mi vida.

II
Han transcurrido dieciséis años de aquél concierto y Fey –después de haber experimentado con la electrónica- regresa a sus raíces poperas y con la gira Todo lo que soy anda promoviendo su más reciente producción: Primera fila, que es una reinterpretación de aquellas canciones que marcaron a una generación entera.
Desde que me enteré que venía a Puebla, busqué contactar a su manager para lograr entrevistar a Fey. Obtuve sus datos, escribí por lo menos 3 correos, 15 tuits y sigo esperando una respuesta. Me desanimé. De una u otra forma, las ganas de ir a verla se extinguían. Me sentí rechazado, ja.
Ingo Escutia Kobe subía a sus redes sociales que iría al concierto, presumía los boletos. Desilusionado, le dije que no iría. Su asombro ante mi ausencia a tal concierto fue el incentivo que necesitaba para animarme a ir.
Una amiga: Montse Báez, sería la compañía. Le gustaba Fey y sus días no han sido lo mejor. Quería darle un motivo para volver a sonreír, aunque fuese un poco sencillo.
El auditorio del Complejo Universitario-BUAP era el lugar. El público asistente que podía verse oscilaba entre los 40 y 25 años de edad. Todos íbamos a recordar viejos tiempos. Un aire de nostalgia se respiraba en los pasillos. Ahí me encontré a la amiga y maestra: la Dr. Alicia Ramírez, a Zeus Munive y Arturo Rueda. Previamente me había quedado de ver con Ingo en el bar del auditorio, sin embargo la lluvia impidió que llegáramos a tiempo. Nos encontraríamos al final. Empero, un reencuentro no tiene sabor si no está lleno de coincidencias. Minutos antes de que Fey saliera al escenario, una mano toca mi hombro y al voltear me percato que Ingo estaba sentado en la fila de atrás, nos separaban tan sólo los asientos. Grata sorpresa.
Fey cantó por hora y media. Media Naranja, Gatos en el balcón, Subidón, Me enamoro de ti, Azúcar amargo, Díselo con flores, Ni tu ni nadie, Te pertenezco, Canela, Tierna la noche, Cielo líquido, La noche se mueve, Muévelo, Desmargaritando el corazón y otras más fueron coreadas por todos los que asistimos. Fey fue toda entrega y nosotros como fans lo agradecimos. Muchos salimos maravillados con la calidad de escenario y de banda que Fey presentó, sin olvidar su voz. A Fey los años le han otorgado mayor calidad, como los vinos.
El retorno de Fey a Puebla será otro gran recuerdo que estoy seguro conservaré en mi memoria, tal y como recuerdo el acontecido hace 16 años.

Y sí, escribo esto con la esperanza de que Fey lo lea y venga a resarcir mi desilusión rota.

3 de junio de 2013

Teo, una fábula musical y poética-(Sexenio-Puebla 27/05/13)

Escribir para niños es toda una hazaña.

Editar un libro para niños que mezcle a la perfección dibujo e historia, en otras palabras que sea una auténtica obra de arte; es digno de ser aplaudido.

Teo y la nota azul cuenta la historia de un gato que anhela dos cosas: alcanzar la luna y tocar  como los jazzistas que tanto admira, pero de su saxofón no sale más que una triste nota azul. Una noche descubre que en el jardín de su casa, se encuentra una nave misteriosa de donde sale la música que tanto le gusta; al entrar contempla -con asombro- un cuarto adornado con las imágenes de sus jazzistas preferidos y una rockola. De pronto, la nave es impulsada mágicamente por su música y transporta a Teo a la luna, ahí encuentra un lugar en el que otros amantes del jazz están ensayando, dichos jazzistas tocan las notas roja, verde, amarilla, naranja, café, rosa y morada; sin embargo sienten un vacío, como si algo les faltara. Es aquí donde Teo hace su aparición y les muestra el dominio magistral que tiene de la nota azul. Juntos logran dar vida a una de las mejores canciones, mientras emprenden el regreso a casa de Teo, al finalizar le prometieron encontrarse la próxima luna llena.
Aquí todo sucede de noche -quizá-, porque la buena música, el buen libro, la gran conversación y el amor se conciben mejor de noche. Y tal vez, porque la noche es el único espacio que tenemos para soñar sin temor a ser interrumpidos.

De noche esperábamos la llegada de Santa Claus, los Reyes Magos y el ratón de los dientes; porque sólo de noche la ternura, la belleza y la inocencia perduran.

Teo y la nota azul nos recuerda que los niños se maravillan con cosas simples y sencillas: los sueños por cumplir; mientras que los adultos cada que aumentan su edad se vuelven más incrédulos y amargos.


Teo y la nota azul fue escrito y dibujado por Peter Kuper, un libro que buscar iniciar a los niños por el mundo maravilloso del jazz, al mismo tiempo que les recuerda que los sueños algún día se cumplen. También es un homenaje a los jazzistas que tanto admira Kuper.