14 de abril de 2010

"Sobre el por qué del Bicentenario"-(Columna "El Guardián del diván"-Diario “El Columnista” de Puebla- 14/04/10)

Hace cuatro semana empezó a transmitirse cada martes por History Channel un programa dedicado a reflexionar sobre los acontecimientos que han ido conformando a Latinoamérica a partir de haber consumado los movimientos de Independencia. “Unidos por la Historia” es el nombre del programa y está siendo conducido por Felipe Pigna y Pedro Ángel Palou. La dinámica del programa busca, según la reseña proporcionada por el canal: “plasmar las semejanzas, analogías, paralelismos y correlaciones que se verifican en los grandes hitos como las Revoluciones por las Independencias que da lugar al festejo del Bicentenario, así como la conformación de nuestras identidades los países latinoamericanos e incluso las letras de nuestro himnos, las deudas externas y la ola privatizadora de los años 90, las guerrillas y sus consecuentes golpes militares en los años 60 y 70, los gobiernos populistas encarnados en figuras como Lázaro Cárdenas en México o Juan Domingo Perón en Argentina, el impacto del descubrimiento de América, el sincretismo religioso y la búsqueda de nuestra identidad conformada por europeos, aborígenes y esclavos”. La intención es adecuada pues presentan los hechos cómo han sucedido, el por qué o cómo se originaron, de tal forma que logran una radiografía histórica limpia y precisa. En el camino van tomando opiniones de historiadores, escritores, cantautores, actores y periodistas; ya que se trata de invitar y buscar la reflexión más que de ejercer una opinión autoritaria acerca de los eventos que han ido conformando a los países latinoamericanos.
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Y este tipo de programas se une a una serie de intenciones que, especialmente en México, se están llevando a cabo con el fin de alentar la reflexión, la discusión y la comprensión del bicentenario, algunos desde una clara trinchera; para fortuna la mayoría está buscando otorgarle a cada personaje histórico el lugar que realmente le corresponde, buscando hacer a un lado esa intención extraña de santificárseles o satanizárseles que, sin lugar a dudas, es el mayor pecado que han cometido aquellos que escriben el discurso histórico.
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Según se nos ha dicho –desde tiempos inmemoriales-, la historia es escrita por los vencedores, pero en México ha sido tanto el afán (como bien señalan Volpi y Dresser en “México. Lo que todo ciudadano quisiera no saber de su patria”) que nuestra historia es: “en realidad un fantástico paseo virtual por un parque temático habitado por hombre machos y mujeres sumisas, héroes mancos y sólo tres heroínas (sor Juana, doña Josefa y Chepina Peralta)”. Gracias a ello habitamos en: “un país donde los malos siempre son extranjeros (de preferencia gringos), y donde a pesar de que hemos peleado en desventaja, perdemos (siempre) con el honor intacto y el humor también”. Quizá por esto mismo, es importante aprovechar estos festejos bicentenarios y reflexionar sobre hasta dónde y cómo hemos llegado al lugar en el que estamos parados y realmente actuar conforme lo que esperamos para un futuro inmediato y lejano, aceptando los pecados históricos y valorando los aciertos.

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