27 de noviembre de 2008

“Contrastes”-(Columna "El Guardián del diván"-Diario “El Columnista” de Puebla- 26/11/08)

Alguna vez mi amigo y maestro Juan Gerardo Sampedro me reclamaba mi posición de renegar que provengo de un colegio lasallista, como lo es el Benavente. Y sí, como Xavier Velasco –con el que también comparto ese origen educativo- reniego de esa educación. Seríamos capaces de borrar del currículum vitae ese nombre. Al menos a mí me causa vergüenza. No por las pocas amistades que ahí forje, sino por esa educación tan hipócrita, clasista y mocha que fui a recibir en las aulas de tan tenebroso colegio.
-
En días recientes, gracias a la materia de docencia que se cursa en el Colegio de Lingüística y Literatura Hispánica de la BUAP, he tenido la oportunidad de regresar a la preparatoria Emiliano Zapata de nuestra máxima casa de estudios poblana, la cual sí considero mi alma mater. Viví tanto allí y aún existen tantos lazos que me invitan a regresar, que ese es el calificativo más correcto. Allí fue donde me forje más como persona.
-
Ahora, regresé en calidad de docente practicante con una de las maestras a la cual le he tenido más cariño: Concepción de Lara y Díaz. Desde que la conocí siempre ha sido una maestra que se preocupa por el alumno. Exigente, pero continuamente interesada en comprender los factores externos y/o internos que puedan estar afectando, para bien o para mal, el desempeño de sus alumnos.
-
En mis días de preparatoriano la prepa Zapata era lo más cercano a una cámara de diputados. Uno podía sentarse a sólo pasar lista y no pasaba nada. Ahora, el orden en la Zapata es atosigante, creo. Ha abandonado su precepto de libertad absoluta y voluntad de aprender, para optar por un estilo idéntico al de secundaria. Nunca se deja de aprender, uno de los principales preceptos que nos da la vida. Pero tampoco se deja de añorar lo que un día fue, relegando, a veces, al presente, pues el futuro presiona con comernos la existencia. En estos días aprendí a valorar más la época que tuve en la Zapata, en el aspecto de libertad. Aunque me hubiera gustado tener los beneficios que poseen ahora: salones equipados, laboratorios de primera, una sala de lectura envidiable -creo que de mayor nivel que la de Lingüística-. Vaya, inclusive han ampliado el espacio para la prepa y cotidianamente es posible ver la presencia de escritores reconocidos presentándose, quizá repetitivos, pero el intento por promover la literatura se agradece.
-
El equipo que ha juntado la maestra Guillermina le ha dado resultados.
-
Siempre habrá diferencias con algunos procederes. Nunca me ha parecido la masificación que ejercen en los eventos literarios que promueven, trayendo a los alumnos como si fueran miembros del PRI. La literatura como cualquier acto cultural se debe poner al alcance de todos, que se acerque quien esté interesado, de forma obligatoria jamás se podrá crear un público lector o culto. Eso requiere de estrategias planteadas por especialistas en el área. Lo critico, porque al ser ex-alumno de dicha preparatoria, me siento con un poco de deber. Pero sin duda, lo que han hecho con la Zapata, en cuanto a infraestructura y calidad académica no deja de causarme alegría y asombro.
-
Los tiempos cambian y uno debe adaptarse a sus exigencias. La Zapata lo ha hecho de forma admirable y en algunos aspectos merece ser imitada por la facultad de Filosofía y Letras. Confío mucho en la astucia del Dr. Alejandro Palma y su equipo. Ojalá pronto podamos ver proyectos como el Kilómetro de libro en nuestra facultad. Por lo pronto, ya hemos tenido la presencia de grandes escritores en este inicio del período de Palma. Los años que siguen deben ser mejores.

No hay comentarios: