24 de abril de 2009

"Breves notaciones postvacacionales"-(Columna "El Guardián del diván"-Diario “El Columnista” de Puebla- 22/04/09)

Las vacaciones en Puebla siempre suelen ser aburridas y más en los días de semana santa. Aunque estos días dejan cosas interesantes para la reflexión en el ámbito cultural.
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La cultura en esta ciudad parece recobrar sus cauces gracias al equipo que trabaja dentro del Instituto Municipal de Cultura, pero sin duda la novatez les está ganando y uno se pudo dar cuenta en la pésima seguridad y organización que ofrecieron cuando estuvo presente José Agustín en el Teatro de la ciudad para dar una conferencia dentro del marco de Festival In-edit. Y con seguridad no se pide que eviten la convivencia del personaje con el público asistente, pero sí que la coordinen y la controlen.
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Otro ejemplo de novatez la dieron los organizadores del homenaje a José Emilio Pacheco al incluirlo dentro de la Cátedra Alfonso Reyes del Tec de Monterrey. No sé bajo qué formato trajeron a José Emilio Pacheco, pero sí sé que la Cátedra Alfonso Reyes tiene como fin escuchar a un escritor dar una Cátedra sobre el tema que más le plazca o alrededor de Alfonso Reyes como puede constar en los diversos cuadernos que se han publicado de la misma y como consta en uno de sus apartados metodológicos que aparecen publicados en la página de la Cátedra Alfonso Reyes:
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“Los catedráticos ofrecen: 1) Una conferencia magistral, sin costo, abierta a la sociedad en general, que se trasmite por satélite desde Monterrey a las 80 sedes del Sistema Tecnológico de Monterrey en México y Latinoamérica y 2) Un seminario dirigido a especialistas, académicos e interesados en profundizar en las diferentes áreas que constituyen la Cátedra”.
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Es claro que aquí hay una confusión ya de los burócratas universitarios, ya de los organizadores del homenaje. O vas a homenajear a un escritor cómo se hizo con José Emilio Pacheco y entonces sí el formato fue el adecuado o vas a organizar un evento de la Cátedra Alfonso Reyes donde se deben cumplir los puntos ya señalados.
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Otro error organizacional fue el asunto de la firma de autógrafos. Pusieron al poeta en cuestión a atender a todos los que llevaban libro para firmar de un jalón, algo que resulta cansado para el autor como para el público. Siendo que más de la mitad de los ahí formados estuvieron durante el día en el evento. Con un poquito de lógica se hubieran organizado firmas de libro en los intermedios para aquellos que permanecieron todo el día y otra para los que asistieron sólo al evento final.
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En fin, son los pecados que se comenten cuando se aventura uno a organizar eventos de tal envergadura.

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