16 de abril de 2009

"Se nos hizo tarde"-(Columna "El Guardián del diván"-Diario “El Columnista” de Puebla-16/04/09)

Los que nacimos en la década de los ochentas en Puebla, y que por tradición familiar o pretensión social se nos enfiló en colegios como el Benavente o el Oriente, principalmente, crecimos con la idea de que dichos colegios eran como enemigos, la competencia a vencer. Los que cursamos en el Benavente decíamos: Buenanviente, y a los del Oriente: Corriente. Una rivalidad formada años atrás que estoy seguro los que pasamos, a finales de los ochenta y toda la década de los noventa, por el Benavente la ignoramos. Esa rivalidad se creó cuando Puebla vivía en ese eterno rechazo contra el comunismo y todo aquél con formación religiosa tenía la obligación de alzarse en contra de corriente de pensamiento que por fin tenía derrocar a la religión y sus costumbres, según afirmaban los sacerdotes de aquellos años tan tristes. El Benavente fue uno de esos colegios que luchó contra el comunismo. El Oriente, que había participado en la creación de los FUAS tenía ese deber, pero uno de los jesuitas que estaba al frente de dicha institución se negó a seguir con esa ideología, abandonando al Benavente en esa pelea, quizá de ahí se deriva parte del odio y rencilla entre ambos Colegios.
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Todo lo anterior son meras teorías o conjeturas que la nueva novela de Fritz Glockner “Se nos hizo tarde” (Ediciones B, 2008) me provocó. Una novela cuya estructura me parece acertada: la intercalación del contexto histórico de un Colegio con amplia influencia en Puebla con el motivo de la novela: la reunión de una generación de estudiantes que veinte años después de haber abandonado la preparatoria, deciden reunirse, reencontrarse para ponerse al tanto de sus vidas y saber si todo lo que habían prometido realizar se cumplió o se quedó en mera ilusión.
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“Se nos hizo tarde” una novela donde el escritor usa como pretexto la reunión de una generación para pedirle al tiempo que vuelva, pero sobre todo para retomar en el género de la novela una característica de las novelas del siglo XIX: “la educación sentimental”, cuyo fin era cómo educar a una sociedad del entorno y desarrollo que ha tenido en todos sus niveles: económico, social, cultural e histórico. Son novelas de formación que no tienen nada que ver con aquellas que se venden como best-seller o algo parecido. Al contrario, aquí no sólo se retrata a una generación: sus iconos, sus artistas del momento, sus comerciales, sus caricaturas, sus comics, sus películas, etc; también se hace crítica a todo eso. “Se nos hizo tarde” es el retrato de una generación que fue conociendo a la tecnología poco a poco. Es la aceptación del pasado-presente que se vuelve recuerdo alegre para unos, mientras que para otros es un recuerdo negativo, digno de olvidarse, pero que al final los hace pensar y decir: nosotros sí tuvimos infancia llena de imaginación.
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Una novela que sirve como constancia del paso de una generación, pero también como testamento a las generaciones venideras.

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