7 de mayo de 2008

Monsiváis: síntesis y apoteosis de lo mexicano- ("El Columnista"-Puebla 07/05/08)

Hablar de él resulta una empresa complicada. Si uno pudiera escribir tres libros ensayísticos sobre él, apenas se estaría esbozando la cuarta parte de todo lo que significa Carlos Monsiváis. El autor de “Nuevo catecismo para indios remisos” (1982) es el único que en vida ya cuenta con un museo dedicado a mostrar las innumerables colecciones que tiene, el ya famoso Museo del Estanquillo.
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Cronista, narrador, ensayista y periodista, ah claro, ¡coleccionista por más de 30 años! de diversos objetos como alcancías, calendarios, luchadores, comics, maquetas, álbumes y de obras de diversos autores reconocidos: Claudio Linati, José Guadalupe Posada, Andrés Audiffred, Constantino Escalante, Ernesto García Cabral, Leopoldo Méndez, Abel Quezada, Ríus, Teodoro Torres, Roberto Ruíz, Teresa Nava, Francisco Toledo y Nacho López, vaya hasta gatos colecciona nuestro prolífico e indispensable autor. Liberal en su ideología, constante luchador social, casado con la izquierda pensante, y no con la vociferante. Ya Pitol, su eterno amigo, narró en “El arte de la fuga” a un joven Carlos repartiendo volantes en solidaridad con Guatemala y algunos lo pudieron haber visto, como yo, apoyando a AMLO en el zócalo capitalino pidiendo el “Voto x Voto, Casilla x Casilla “, pero también ha sabido tomar su distancia debida cuando los caminos se han desvirtuado. Carlitos, nuestro abuelo nacional, quien tiene la capacidad de hablar sobre la “Familia Burrón, María Félix, José Revueltas, Salvador Novo, Raúl Velasco, recientemente en Televisa, sobre Hugo Sánchez. Monsiváis Aceves, inconmensurablemente rebelde sin tapujos; tremendamente irónico y contestatario, se atrevió a polemizar con la “gran caca literaria” que es Octavio Paz. Pues a diferencia del autor del “Laberinto de la soledad”, el Pikachu mexicano (denominado así por Ana del Sarto en la “Revuelta” número 5”) es sencillo, simpático, nada odioso, sería imposible no simpatizar con él, aunque sea una vez. Definidor de lo mexicano. Todólogo. Hagiógrafo. Ironista. Utopista. Populachero. Autor hecho en México de y para el pueblo.
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Si su pensamiento se pudiera graficar, y según la perspectiva, uno podría encontrar relieves, altiplanos, hundimientos, desiertos, selvas y cuevas. Si su literatura (la que ha leído y escrito) se pudiera pintar sería un auténtico Picasso, y si fuera cine sería un Buñuel, si acaso música bien podría ser un danzón, un bolero o una creación de Agustín Lara o Gabilondo Soler, quizá el silbidito de Pedro Infante. Poseedor de lo típico, lo tradicional y lo correcto. Amo de la versatilidad. Si fuera luchador, sería la sustitución del “Mil máscaras”, pero si fuera equipo de fútbol sería “las Chivas” o el “Cruz Azul”. La Alameda, Xochimilco, Tenochtitlán, el estadio Azteca o el Palacio de Chapultepec, si fuera inmueble mexicano. O todo lo anterior junto. Simplemente Monsiváis o ¿hay otro?

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